...Y EL BURRO DE JUANILLO.




“El burro de Juanillo” es una adaptación de un cuento, que ya hace muchos, muchos años, me contaba mi madre en mi niñez. Aquel cuento se llamaba “El tío Periquete” Recuerdo que me gustaba tanto que le pedía que me lo contara todos los días. Lo he traído aquí con la esperanza de que a los niños de hoy, que a lo mejor se parecen en algo a los niños que fuimos “antesdeayer”, también les guste.

COMPETENCIAS.
Se pretende trasmitir en esta obra el valor del ingenio y la agudeza para salir de situaciones delicadas. No debemos acobardarnos ni tirar la toalla nunca. La solución puede llegarnos de la forma más inesperada. Me ha salido un pelín feminista. Cosa que no pretendí en un principio.

DURACIÓN APROXIMADA: Quince minutos

DIFICULTAD. Escrita para que sea representada por niños y niñas del segundo ciclo.

PROPUESTA DE ESCENARIO
Tal como representa el dibujo anterior propongo para el escenario dibujar un mural en papel blanco continuo, en el que aparezca una calle de un pueblo, con casas de planta baja encaladas, puertas antiguas de madera, ventanas enrejadas y con flores, unas gallinas picoteando, algún perro, una carreta, algún burro y todo lo que vuestra imaginación dé de sí. Para que dé la sensación de que el escenario pertenece a la calle podemos poner alguna maceta, o algún apero de labranza o utensilios propios de casas de campo.

PERSONAJES:
NARRADOR.- Niño vestido normal que lea bien.
JUANILLO.- Niño al que disfrazamos de campesino pobre: abarcas o sandalias de campo, pantalones de pana raída, camisa de cuadros con remiendos, sombrero de paja, andares de campesino y voz y forma de hablar rústicas.
MARIQUILLA.- Niña que disfrazamos de mujer del campesino; zapatillas de mujer con cintas atadas a las pantorrillas, medias blancas o calcetines muy altos, pueden ser de otro color, falda muy larga color oscuro, mandil atado a la cintura sobre la falda, blusa o camisilla pobre y pañuelo sobre la cabeza.
VECINO NICOLÁS.- Niño al que disfrazamos también de campesino, pero en este caso que dé la apariencia de ser más rico que Perico.
DON DIABLO.- Niño al que disfrazamos de diablo con cuernos y todo; botas rojas o de un color muy llamativo, leotardos rojos ajustados, camiseta ajustada del mismo color, cara maquillada también de rojo con unos cuernos no muy largos en la frente, y si queremos, un buen rabo como el que sale en la tele en el anuncio de ron.




" ...Y EL BURRO DE JUANILLO"

Se levanta el telón y aparecen en el escenario Juanillo y su mujer.

JUANILLO.- ¡Qué mal me siento! ¡Qué desgracia Mariquilla, esto es un desastre! ¡De ésta ya no podemos salir!
MARIQUILLA.- ¿Qué dices marido? ¿Puedo saber lo que te pasa? ¿Qué desgracia es esa que tanto te preocupa?
JUANILLO.- Que éramos pobres, Mariquilla, pero ahora ya somos requetepobres, peor todavía, requetepobrísimos, y creo que este año nos vamos a morir de hambre.
MARIQUILLA.- ¿Por qué dices eso marido? ¿Acaso no tenemos un burro con el que tú vas a trabajar al campo? ¿Por qué dices ahora que nos vamos a morir de hambre?
JUANILLO.- Pues porque el burro es tan viejo que ya no puede trabajar y hoy ya no puede ni salir de la cuadra.
MARIQUILLA.- ¿Es sólo por eso por lo que dices que somos requetepobrísimos y que nos vamos a morir de hambre?
JUANILLO.- Claro ¿Te parece poco? Sin el burro no puedo arar la tierra, ni podré sembrar patatas ni lechugas, tampoco podré traer leña del bosque, ni decirle ¡Arre burro!
MARIQUILLA.- ¡Calla marido, veo que te ahogas en un vaso de agua! Ya verás como se me ocurre alguna idea para salir de esta situación.
JUANILLO.- ¿Qué idea se te va a ocurrir si no somos dueños de nada más que de un burro viejo?
MARIQUILLA.- ¡Pues ya está, vendemos el burro!
JUANILLO.- ¿Te has vuelto loca? ¿Quién va a querer un burro viejo y flaco que no puede trabajar?
MARIQUILLA.- Cosas más inútiles compra la gente. Lo importante es saber venderlas.
JUANILLO.- ¡Pero si el burro ya no puede moverse y está sucio y lleno de moscas!
MARIQUILLA.- Pues lo lavas, lo peinas, le espantas las moscas y luego lo traes aquí.
JUANILLO.- Pero...
MARIQUILLA.- (No le deja hablar) No hay peros que valgan. Haz lo que te he dicho y trae el burro.
JUANILLO.- Vale, vale. Quieres que saque el burro, pues saco el burro si es que puedo moverlo.
MARIQUILLA.- Sí, eso quiero. Que lo saques, lo laves, lo peines, le espantes las moscas y lo pongas aquí, en medio de la calle.
(Sale Juanillo del escenario y al poco aparece con el burro, viene detrás de él, empujándolo y sujetándolo para que no se caiga)
JUANILLO.- Arre burro. Arre burro. (Llega hasta Mariquilla) Lo ves Mariquilla, este burro ya no puede ni con su alma. No tiene fuerzas ni para tenerse en pie.
MARIQUILLA.- No te preocupes que con que aguante media hora es suficiente. Ahora lo lavas y lo peinas bien.
(Perico hace lo que le dice su mujer)
JUANILLO.- Ya tienes el burro bien lavado, peinado y sin moscas. ¿Qué quieres que haga ahora?
MARIQUILLA.- Pues ahora quiero que traigas tres o cuatro monedas de oro.
JUANILLO.- (Con cara de asombro) Tres o cuatro monedas de oro. ¿Te has vuelto loca? Si no tenemos ni un céntimo y quieres que te traiga tres o cuatro monedas de oro. ¿De dónde las voy a sacar?
MARIQUILLA.- Pareces tonto marido. Ya sé que no tenemos dinero, pero para eso están los vecinos. Corre y ve a casa de nuestro vecino Nicolás y se las pides prestadas.
(Perico se queda parado y no hace nada, durante cinco segundos)
MARIQUILLA.- ¿Qué te pasa? ¿Te ha dado un pasmo? (Lo sacude) ¿Por qué no vas a casa del vecino?
JUANILLO.- Es que me da miedo. Tú sabes que nuestro vecino Nicolás tiene muy mal genio.
MARIQUILLA.- ¡Qué miedica eres! ¿Es que te crees que te va a comer? Tú sabes que en el fondo es bueno.
JUANILLO.- No me come, pero como no se haya levantado de la cama, se enfada y da muchas voces.
MARIQUILLA.- ¡Venga, déjate de tonterías y ve a casa del vecino, que necesito las monedas!
(Juanillo empieza a andar hacia un extremo del escenario, llega y llama delante de una puerta que habremos dibujado allí)
JUANILLO.- (Llama a la puerta, pam, pam, pam, ahora se dirige al público y dice:) Sólo hace falta que esté durmiendo la siesta y que lo haya despertado. ¡Madre mía, la que me espera!
(Vuelve a llamar; pam, pam, pam) (Espera cinco segundos y como no contesta nadie lo llama a voces) ¡Vecino Nicolás, vecino Nicolás!
(Pasan tres segundos y le responde la voz de su vecino)
VECINO NICOLÁS.- (Con voz fuerte y enfadada)
¿Quién llama a estas horas?
JUANILLO. - (Mirando al público) Lo que me temía, lo he despertado y ahora me echa una bronca de mil demonios.
VECINO NICOLÁS. - ¿Quién será el sinvergüenza, el miserable y el autor de esta fechoría?
JUANILLO. - (Con voz muy asustada) Soy yo.
VECINO NICOLÁS. - ¿Y quién eres tú?
JUANILLO. - Yo.
VECINO NICOLÁS. - Pero di tu nombre y no te escondas. ¡Cobarde!
JUANILLO. - ( Con mucho miedo y voz entre-cortada) Soy Juanil- llo.
VECINO NICOLÁS. - ¿Qué Juanillo?
JUANILLO. - ¡Oh- errer! Es que me he atragantao porque estoy niervoso.
VECINO NICOLÁS. - ¿Qué dices? No te entiendo.
JUANILLO. - Juanillo, tu vecino.
VECINO NICOLÁS. - ¿Juanillo, mi vecino el de Mariquilla?
JUANILLO. - Si el mismo.
VECINO NICOLÁS. - (Entra en el escenario muy enfadado) ¿Qué quieres Juanillo? ¿No sabes que a estas horas siempre estoy durmiendo? ¿Por qué me has despertado?
JUANILLO. - Perdóname vecino, pero yo quería, ... yo quería ...
VECINO NICOLÁS. - Acaba de una vez y dime qué querías, porque me quiero acostar otra vez.
JUANILLO. - No, si yo no quería nada. ...Nosotros habíamos pensado...Bueno no, es mi mujer. Mi mujer dice que...mi mujer dice que...
VECINO NICOLÁS. - Ahora ya no eres tú, resulta que es tu mujer. Dime ya de una vez lo que quieres.
JUANILLO.- Que dice mi mujer que le prestes siete monedas de oro, que te las devuelve enseguida.
VECINO NICOLÁS. - ¡Siete monedas de oro! ¿Te has vuelto loco?
JUANILLO. - Bueno no eran... nueve.
VECINO NICOLÁS. - Si, creo que te has vuelto loco.
JUANILLO. - Perdona creo que me he equivocao, eran seis.
VECINO NICOLÁS. - Ahora dices seis. ¿En qué quedamos? A ver si ahora vas a decirme que eran tres, luego ocho y...
JUANILLO. - No ya se acabó. Dame unas cuantas, las que tu quieras.
VECINO NICOLÁS. - Y ¿para qué necesita tu mujer las monedas de oro?
JUANILLO. - No lo sé. Es un misterio, no me lo ha querido decir ni a mi. Pero te las devuelve pronto.
VECINO NICOLÁS. - Bueno, te voy a prestar cuatro porque eres mi vecino pero cuando me las devuelvas me tienes que dar cinco.
JUANILLO. - Pero vecino, si va a ser un momento. ¿Nos vas a cobrar intereses por tan poco rato?
VECINO NICOLÁS. - Nada, nada. El trato es así, si quieres te las presto con esta condición y si no nada.
JUANILLO. - Bueno, dame las cuatro monedas, a mi mujer no le va a gustar este trato.
(Vuelve Juanillo y se dirige hacia su mujer)
MARIQUILLA. - Juanillo ¿Te ha prestado el vecino las monedas de oro?
JUANILLO. - Si me ha prestado cuatro monedas, pero como es tan usurero dice que tienes que devolver cinco.
MARIQUILLA. - Bueno, pues le devolveremos cinco. No te preocupes por eso. Ya verás como nos hacemos ricos.
JUANILLO. - Lo que yo no entiendo es qué vas a hacer con las monedas y con el burro.
MARIQUILLA. - Pues muy sencillo, ahora quiero que cojas las monedas y las metas por la boca de atrás del burro.
JUANILLO. - ¿Que se las meta por el culo del burro? ¿Pero te has vuelto loca? ¿Sabes lo que haces?
MARIQUILLA.- No me he vuelto loca y sé muy bien lo que hago. Venga, métele las monedas.
JUANILLO.- Yo no hago eso, a mi me da mucho asco. Seguro que tiene el culo sucio.
MARIQUILLA.- ¡Pues se lo limpias¡ Venga y no te pongas melindroso, que los pobres no podemos ser delicaos.
(Juanillo se dirige hacia el burro, se para a medio camino y dice)
JUANILLO. - Anda, yo no soy capaz porque ¿y si me muerde?
MARIQUILLA. - Pues no te hará mucho daño, porque la boca de atrás no tiene dientes.
JUANILLO. - Yo creo que se te ha ido la cabeza, porque, mandarme a la casa del vecino a pedirle monedas de oro para metérselas por la boca de atrás al burro no tiene ni pies ni cabeza, y además ¿qué hacemos si el burro se queda con las monedas?
MARIQUILLA.- El burro no se queda con las monedas, el burro las expulsa y así recuperamos las monedas una hora después.
JUANILLO. - Pues ahora lo entiendo menos. Primero le meto las monedas al burro y luego espero a que las cague.
MARIQUILLA. - Sí, eso es, y mientras tanto vendemos el burro por mucho dinero.
JUANILLO. - Vale, vale. Yo voy a hacer lo que me dices, pero si falla algo tú tienes la culpa.
(Perico le mete al burro las monedas por el culo, lo hace con aspavientos para provocar la risa del público)
Ya está. ¡Qué asco! Me voy a lavar las manos. Me huelen a caca de burro. Y todo este trabajo ¿para qué sirve?
MARIQUILLA. - Mira que eres tonto Juanillo. Vamos a ver ¿Quién pasa todos los días a estas horas por aquí?
JUANILLO. - A estas horas, por aquí...(Se rasca la cabeza) Ya sé, por aquí pasa Don Diablo. Sí, ese pasa por aquí todos los días y a estas horas.
MARIQUILLA. - Pues a ese le vamos a vender el burro. Déjamelo de mi cuenta.
NARRADOR. - Y así fue como Mariquilla ideó un plan para venderle el burro al señor Diablo, que era muy rico, muy rico y también muy avaro muy avaro. Aquel día, como todos los días a esa misma hora, pasó por allí el señor Diablo.
JUANILLO. - Mariquilla, veo que ya viene por ahí el señor Diablo. ¿Qué hacemos?
MARIQUILLA. - Coge el cubo y ponlo detrás del burro para ver si echa ya las monedas.
(Perico hace lo que le dice Mariquilla y se sienta detrás del burro como si fuera a ordeñarlo, al momento llega el señor Diablo, vestido de diablo con su capa roja, sus cuernos y su rabo, se acerca a Juanillo y se da una vuelta alrededor para verlo mejor, después se ríe a carcajadas )
SEÑOR DIABLO. - ¡Ja, ja, ja! Me voy a morir de la risa, ¡Ja, ja, ja! ¿Qué vas a hacer Perico? ¿Acaso vas a ordeñar el burro? ¡Ja, ja, ja!
JUANILLO. - No, señor Diablo, no voy a ordeñarlo. Yo sé muy bien que los burros no dan leche.
SEÑOR DIABLO. - Entonces. ¿Qué haces ahí sentado detrás del burro y con el cubo?
JUANILLO. - Estoy esperando a que cague.
SEÑOR DIABLO. - ¿Es que tu burro caga algo especial? Parece que esperas que salga un tesoro.
JUANILLO. - Un tesoro no, pero yo le aseguro que mi burro dentro de un momento cagará cuatro monedas de oro.
SEÑOR DIABLO. - Ahora sí que veo que te has vuelto loco de remate. Lo más probable es que te haya sentado mal la cena de anoche.
JUANILLO. - No estoy loco señor Diablo, y le aseguro a usted que mi burro echara por la boca de atrás cuatro monedas de oro, ni una más ni una menos.
SEÑOR DIABLO. - ¿Y esto lo hace todos los días?
JUANILLO. - Lo hace todos los días que quiere mi mujer.
MARIQUILLA. - Sí señor Diablo, es verdad que nuestro burro va a echar por la boca de atrás unas cuantas monedas de oro.
SEÑOR DIABLO. - Ningún burro del mundo hace eso que decís. Si veo que es verdad estoy dispuesto a compraros el burro.
MARIQUILLA. - Usted mismo lo puede comprobar. Venga Perico deja que se siente ahí el señor Diablo para que vea que es verdad.
(Perico se levanta y deja el sitio al señor Diablo)
SEÑOR DIABLO. - Decirle que cague ya las monedas, que ya estoy preparado.
JUANILLO. - Mariquilla, yo no sé lo que tengo que hacerle al burro para que cague.
MARIQUILLA. - Pues hazle las mismas cosas que le haces todos los días a esta hora.
JUANILLO. - Yo lo que le hago es rascarle la oreja. (Se la rasca y espera cinco segundos) Mariquilla que no caga.
MARIQUILLA. - Pues ráscale la otra.
(Perico le rasca la otra oreja y al momento los que hacen de burro tocan una trompetilla)
JUANILLO. - Ya sí, detrás del pedo viene la caca.
(Los que hacen de burro dejan caer en el cubo unas monedas)
MARIQUILLA. - ¿Lo ha visto usted señor Diablo? ¿Ha cagado o no ha cagado cuatro monedas de oro?.
SEÑOR DIABLO. - Pues es verdad. Si no lo veo no lo creo. Os compro el burro. ¿Cuánto queréis por él?
MARIQUILLA. - El caso es señor Diablo que nosotros no queremos vender el burro.
SEÑOR DIABLO.- Os doy veinticinco monedas de oro.
MARIQUILLA. - Es que nos da mucha pena venderlo. Este burro es como si fuera de la familia.
SEÑOR DIABLO. - Pues entonces os doy cincuenta monedas de oro para que se os quite la pena.
MARIQUILLA. - El caso es que si lo vendemos nos vamos a quedar muy solos.
SEÑOR DIABLO. - Pues entonces os doy el doble. Os doy cien monedas de oro para que os compréis cincuenta burros si queréis y no estéis solos.
MARIQUILLA. - Bueno, por ser para usted y porque sabemos que lo va a cuidar. Se lo vendemos por lo que ha dicho, cien monedas de oro.
SEÑOR DIABLO. - Trato hecho. Tomad las monedas de oro. Y decidme ¿que le dais de comer al burro?
JUANILLO. - Pues lo normal, le damos lo normal; paja y cebada.
SEÑOR DIABLO. - Muy bien. Me lo llevo. (Dirigiéndose al público) A otros tontos que he engañado. En veinticinco días recuperaré mi dinero y después me haré cada vez más rico. ¡Ja, ja, ja! ¡Que buen negocio he hecho!
(Sale el señor Diablo del escenario con el burro y se quedan en el centro Juanillo y su mujer)
MARIQUILLA. - ¿Has visto Juanillo? Todo resuelto, el señor Diablo nos ha comprado el burro y nos ha pagado muchísimo dinero.
JUANILLO. - (Dirigiéndose al público)
Si no lo veo no lo creo,
que ya lo dice el refrán:
Las mujeres son tan listas
y tienen tanto descaro,
que son capaces de embaucar
hasta el mismísimo diablo.


FIN