EL BOSQUE ENCANTADO EN NAVIDAD

EL BOSQUE ENCANTADO EL DÍA DE NAVIDAD
Escribí esta obra en el puente de la Constitución de este año y la representé con mis alumnos de primero el día 22 en la fiesta de la Navidad. La ensayé durante dos semanas, dos ensayos por día. Que ¿cómo salió? Estupendamente. Bueno, para seros sinceros tuvo sus fallos: olvidos inexcusables, un niño que no habló con el micrófono bien pegado y no entendimos lo que dijo, y otro que protestó a voz en grito porque otro niño le dijo la frase que debía decir él. No se lo perdonó y nos soltó “No vale, eso lo tenía que decir yo”. Pues nada, el público lo entendió, se rieron todos y continuó el teatro. Os cuento todo esto para animaros a los maestros-as que os dé un poquito de reparo en hacer teatro. Siempre, siempre os lleváis una gran satisfacción.
El comienzo, como en algunas otras obras que he escrito, fue pedirle a los niños que me dijeran qué personaje les gustaría ser, me dieron algunas ideas y yo le di forma. No os lo aconsejo.
EDUCACIÓN EN VALORES
Bueno, lo típico en una obra de Navidad, intento destacar los valores de amor, fraternidad, comprensión y en esta la protección a la naturaleza, concretamente, el respeto a los árboles.
PERSONAJES (14, Todos los alumnos que tengo este curso)
1- NARRADOR I. Niño que me pidió ser narrador.
2- NARRADORA II. Niña que en un principio me pidió ser reina y luego cambió por narradora, bueno, así son los niños.
3- HADA I. Niña que dijo: “quiero ser hada”.
4- REINA. – Niña que heredó, con mucho gusto, la reina que dejó tirada la segunda narradora.
5- PRINCESA. I – Niña que lo eligió.
6- PRINCESA II. – Otra niña que dijo; -Pues yo también quiero ser princesa. - De acuerdo, de acuerdo, puede haber dos princesas. Le respondí yo cuando vi que empezaba a llorar.
7- CABALLERO. – Niño que dijo - “Yo quiero ser caballero porque tengo un disfraz de caballero”. Yo le contesté. –Vale, ni mil palabras más, desde este mismo momento, te nombro caballero.
8- HECHICERO. – Niño que dijo; - Yo quiero hacer de malo pero muy malo. Me quedé de piedra porque precisamente me lo dijo el delegado de curso que es el niño más bueno y amable de todos. Los niños son así.
9- LEÓN. – Lo eligió otro niño, el más pequeño. Yo puse cara de circunstancias y le contesté; - ¿Y no quieres ser otra cosa, por ejemplo el caballo del caballero? NO Este no fue tan rotundo que, yo le dije; - Vale (Luego pensé ¿donde ubico yo a un león en un teatro con hadas?)
10- DUENDE BAILARÍN. – Niño que en principio se pidió ser otro león y yo me opuse y lo convencí para que fuera duende. Luego resultó un acierto.
11- FANTASMA I. – Quiero ser un fantasma. … ¡Virgen Santa! Y antes me quejaba del león.
12- FANTASMA II. – Yo también quiero ser otro fantasma. … Por si no te gustaba – Son dos. ¡Quién me mandaría a mí meterme en estos berenjenales!
13- WATMAM. – Eso dijo un niño, como lo ven y yo,… tragué saliva. Luego lo convencí para que se olvidara de Watmam y fuera el ayudante del hechicero malo. Ël dijo; -Bueno.
14- CAZADOR. – El último quiso ser cazador. Pues bueno cazador.
Se levanta el telón
Comenzamos con el fondo del escenario decorado con motivos de la Navidad puesto que actuaban todos los cursos comenzando con los de Infantil. Coloqué a los dos narradores, uno en cada extremo del escenario y en el centro cuatro árboles de cartulina y detrás de ellos las hadas y princesas.
NARRADOR I. – Buenos días a todos, los niños y niñas de primero vamos a representar una obra de teatro titulada “El bosque encantado”. Esperamos que os guste y os pedimos que guardéis silencio y que apaguéis los móviles.
NARRADORA II. – Esto era una vez un bosque, que, como todos los bosques, estaba lleno de árboles. Pero además en él vivían las hadas y los duendes por eso decía la gente que era un bosque encantado.
NARRADOR I. – Los duendes de aquel bosque estaban encargados de cuidar los árboles y de vigilar para que nadie les hiciera daño.
NARRADOR II. – Y las hadas tenían la misión de limpiar las estrellitas del cielo, todas las noches limpiaban unas cuantas para que estuvieran muy brillantes.
REINA. – (Asomando la cabeza detrás del pino) ¡Qué bien vivimos en este bosque! ¡Verdad?
PRINCESA I. – Si vivimos muy bien y somos muy felices.
PRINCESA II. – El único trabajo que tenemos que hacer es limpiar las estrellitas del cielo para que brillen siempre.
HADA MAGA. – Si y nos gusta mucho pero hoy me he levantado yo con el otro pie y tengo miedo de que algo malo nos va a suceder.
NARRADOR I. - Un día llegó al bosque un caballero de capa y sombrero.
(Entra el caballero en escena por un extremo del escenario)
CABALLERO. – Veamos qué es esto, parece un bosque, si un poco raro pero un bosque al fin y al cabo.
DUENDE BAILARÍN. – (Escondido, detrás de las cortinas) Gentil caballero de capa y sombrero, si eres valiente no tendrás miedo.
CABALLERO. – ¡Qué raro! Alguien ha hablado porque yo lo he escuchado. Bueno sigamos. Aquí hay un álamo, aquí un granado, por aquí un pino y aquí un chaparro. (Mirando al público) Yo voy a cortar el pino que es el que más me gusta.
(Los árboles se cambian de sitio)
CABALLERO. - ¡Qué raro! Pensaba que el pino estaba aquí y ahora está en el otro lado. (Mirando al público) Bueno voy a cortarlo.
(Los árboles se vuelven a cambiar de sitio)
CABALLERO. - ¡Pero bueno! ¿Qué está pasando aquí? Yo no he bebido vino, por lo tanto no estoy borracho, se que los árboles no andan y sin embargo,…¡Qué miedo me está entrando! ¿Será verdad que este bosque está encantado?
DUENDE BAILARÍN. – (Escondido) Gentil caballero de capa y sombrero si eres tan valiente ¿de qué tienes miedo? (Sale de su escondite y se coloca delante del caballero)
CABALLERO. – Otra vez me hablan. Bueno tengo miedo porque estos árboles se mueven de sitio. ¿Tú quién eres?
(Aparece en el escenario el duende Bailarín)
DUENDE BAILARÍN. – Colorete colorín soy el duende Bailarín. ¿Qué has venido a buscar aquí?
CABALLERO. – He venido a cortar un pino.
DUENDE BAILARÍN. – Cortar árboles, eso es malo, este bosque es sagrado. Eso no debes hacer, a la reina avisaré.
REINA. – Di tu nombre buen caballero, quiero saber quien hay debajo de tu sombrero.
CABALLERO. – Mi nombre ya os lo digo, yo soy el caballero don Rodrigo.
REINA. - ¿A qué venís buen caballero? ¿Venís a cortar los árboles?
NARRADOR II. – El caballero, que de tonto no tenía ni un pelo, contestó.
CABALLERO. – ¡Oh, no! Majestad. Vengo,…vengo a protegeros a vos reina, a las princesas y a todo el bosque entero.
PRINCESA. – Acaso algún peligro nos acecha.
CABALLERO. – Si que me he enterado que como se acerca la Navidad un brujo malvado os quiere asustar.
REINA. – Bueno, acepto vuestro ofrecimiento y desde hoy seréis nuestro caballero.
CABALLERO. – Es para mí un honor. Os defenderé con donaire hasta la última gota de mi sangre.
NARRADOR I. – Todos los años las hadas del bosque encantado se encargaban de limpiar las estrellas del cielo para que alumbraran bien y estuvieran bonitas para la fiesta de la Navidad.
NARRADORA II. – Por eso, aquel día, la reina de las hadas las reunió a todas y les recordó lo que tenían que hacer.
REINA. – Os recuerdo que todos los años por Navidad tenemos una misión muy importante que cumplir. ¿Lo sabéis?
PRINCESA. – Si reina debemos limpiar todas las estrellitas del cielo.
HADA. – Pues claro para que brillen mucho, den luz y se note que es Navidad.
HADA MAGA. – Y así todos los niños del mundo las verán brillar y serán felices. Pero no sé hoy me he levantado con el pie cambiado y tengo miedo de que algo malo nos va a ocurrir.
NARRADOR I. – Y como no era una broma, cogieron cada una, una estrella y se pusieron manos a la obra.
(Cogen una estrella cada una, se sientan y hacen como que las limpian)
NARRADOR. II – Tan solo un personaje del bosque encantado no limpiaba nada era el duende bailarín.
(Se pone una música y sale el duende bailarín bailando entre las hadas, hice esto debido a las habilidades del niño que interpretaba al duende bailarín)
PRINCESA. – Esto no es justo, nosotras matándonos a limpiar estrellitas y este bailando.
REINA. – Déjalo, él hace lo que sabe hacer bailar y alegrarnos la vida.
NARRADOR I. – Pero vivía también en el bosque un personaje muy malo.
NARRADOR II. – Si era el malvado brujo y hechicero Cara de palo que estaba empeñado en estropear la fiesta de la Navidad.
HECHICERO. – Miradlas ahí, limpiando estrellitas y tan felices. No las soporto, es que no las soporto. Algo tengo que idear algo para que la Navidad no puedan celebrar. El caso es que un caballero las protege. Ya sé mandaré a un león para que se coma a ese mequetrefe. ¡León, León!
NARRADOR I. – El Hechicero malo llamó a un león que tenía muy bien domado y vino el león con miedo de ver al hechicero.
(Aparece el león en el escenario)
LEÓN. – ¿Qué quieres?
HECHICERO. – Tienes que decirme ¿Qué quieres mi amo y señor?
LEÓN. – Bueno, ¿Qué quieres mi amo y señor?
HECHICERO. – Quiero que vayas al bosque encantado y te comas al caballero de un bocado.
LEÓN. – El caso es que ahora no tengo mucha hambre.
HECHICERO. – Pues te lo comes sin hambre no ves que tiene mucha carne.
LEÓN. - ¿Y si no se deja?
HECHICERO. – Pues le tiras de las orejas.
LEÓN. - ¿Y si…?
HECHICERO. – Nada, nada, no pongas más escusas y que te vayas.
LEÓN. – Bueno, bueno ya me voy a comerlo.
NARRADOR I. – El león se fue a comer al caballero de mala gana porque la verdad es que no se había levantado con hambre aquella mañana.
NARRADOR II. – El caballero vio que un león se acercaba y le hizo frente con su espada, muy valiente.
CABALLERO. – Alto ahí, ¿quién eres?
LEÓN. – Soy un león con cara de león, melena de león y cola de león.
CABALLERO. – Si ya veo que eres un león ¿Y qué quieres?
LEÓN. – Me ha dicho el Hechicero que te coma y vengo a comerte.
CABALLERO. – El caso es que ahora no puede ser porque tengo que defender el bosque encantado hasta que pase la Navidad. Vamos a hacer un trato.
LEÓN. – ¿Qué trato es ese?
CABALLERO. – Espera tres días que faltan hasta la Navidad y luego ya si quieres vienes y me comes.
LEÓN. – ¿Y qué como yo mientras tanto?
CABALLERO. – Yo te invito a que comas mantecados y turrón. ¿Qué te parece?
LEÓN. – Me parece muy bien porque me encanta el turrón.
CABALLERO. – Pues no se hable más vamos a sentarnos aquí y hartarnos de turrón.
NARRADOR I. – El caballero y el león se hicieron amigos y se sentaron a comer tan tranquilos.
NARRADOR. – Y el Hechicero malo que los vio de rabia y de coraje le iba dar un ataque.
HECHICERO. - ¡Qué rabia, qué coraje! El león me ha desobedecido y además del caballero se ha hecho amigo. Algo tengo que idear para que no puedan celebrar la Navidad. Ya sé, contrataré a un cazador para que cace al león.
¡Cazador, cazador!
CAZADOR. - ¿Quién me llama tan de mañana?
HECHICERO. – Te llamo yo el hechicero Cara de palo que soy malo y malo y requete malo.
CAZADOR. - ¿Y qué quieres? , vamos a ver.
HECHICERO. – Quiero contratarte para que me hagas un trabajo.
CAZADOR. - ¿De qué se trata?
HECHICERO. – Quiero que caces a un león con cara de león y cola de león que está en el bosque encantado.
CAZADOR. – El caso es que yo no suelo cazar leones, yo me dedico a la caza del zorro.
HECHICERO. – Y qué más te da un león que un zorro.
CAZADOR. – Pues que te va a costar más caro.
HECHICERO. – Bueno no importa lo que me cueste yo quiero que caces al león y de paso también al caballero. ¿Qué dices?
CAZADOR. – Digo que bueno, iré a ver si puedo.
NARRADOR I. – Y así fue como el hechicero al cazador contrató y lo mandó a que cazara al león y al caballero.
NARRADOR II. – El cazador con gran sigilo se acercó despacito a los dos sin hacer ruido.
CAZADOR. – ¡Arriba las manos! Levantaros, levantaros que os he cazado
CABALLERO. – Pero qué dice este hombre.
CAZADOR. – Digo que soy un cazador y que me han contratado para que os cace y ya os he cazado.
CABALLERO. – Vamos a ver, no nos pongamos nerviosos y apunta para otro lado que nos vas a sacar un ojo. Vamos a dialogar.
CAZADOR. – Yo he venido aquí a cazar no a dialogar.
CABALLERO. – Vale, de acuerdo, tú nos vas a cazar pero yo te pregunto ¿qué te gusta más el turrón o el mazapán?
CAZADOR. – El turrón. ¿Por qué?
CABALLERO. – Pues porque ahora te sientas con nosotros te comes una barra de turrón entera y luego de la caza ya hablaremos.
CAZADOR. – Pues la idea no está nada mal.
CABALLERO. – Pues eso lo que yo te decía, es mejor dialogar que pelear.
NARRADOR I. – El caballero, que era muy listo, convenció al cazador para que se olvidara de la caza y se sentara con ellos a comer turrón.
NARRADOR II. – Y el hechicero malo que todo esto veía del coraje que le daba pataletas hacía.
HECHICERO. - ¡Qué rabia, qué coraje! Otro que me falló y además se hacen amigos y se hartan de turrón. Algo tengo que idear para que no puedan celebrar la Navidad. Ya sé a mis amigos los fantasmas les mandaré para que los asusten y se mueran de miedo. ¡Fantasmas, fantasmas! Venid aquí.
FANTASMA I. – ¿Qué quieres? ¿Por qué nos llamas?
HECHICERO. – Quiero que vayáis al bosque encantado y asustéis a todos los que en aquel rincón están comiendo turrón.
FANTASMA II. – Cumpliremos tus órdenes señor, le daremos tal susto que se morirán de miedo.
NARRADOR I. – Los fantasmas obedecieron al hechicero y al bosque encantado se dirigieron.
FANTASMA I. – Uuuuuu, uuuuuu, uuuuuu.
FANTASMA II. – Uuuuuu, uuuuuu, uuuuuu.
CABALLERO. – Vaya, vaya, ahora resulta que vienen fantasmas. ¿Quiénes sois vosotros?
FANTASMA I. – Somos fantasmas y damos miedo. Uuuuuu.
FANTASMA II. – Si, damos tanto miedo que a veces nos asustamos a nosotros mismos.
CABALLERO. – Y ¿no os gustaría comer turrón?
FANTASMA. – A mí si, lo que pasa es que tenemos una misión encomendada.
CABALLERO. – Olvidaros de las misiones encomendadas que son muy difíciles y no sirven para nada.
FANTASMA II. – Pues es verdad, tienes razón, nos olvidamos de la misión y nos quedamos a comer turrón.
NARRADOR I. – Cuando el hechicero malo vio esto se puso de los nervios.
HECHICERO. – Ya lo que me faltaba, hasta me han traicionado los fantasmas.
AYUDANTE. – No te preocupes mi amo
NARRADOR I. – Cuando las hadas terminaron de limpiar y pulir ya era muy tarde. Y como estaban cansadas se fueron a dormir.
NARRADOR. – También se quedaron dormidos el caballero, el león, los fantasmas y el cazador todos hartos de comer turrón.
HECHICERO. – Este es el momento que yo esperaba. Aprovecharé que están dormidas para robarles las estrellas y dejarlas sin nada.
AYUDANTE. – Claro y así no podrán celebrar la Navidad.
NARRADOR I. – El hechicero y su ayudante fueron al bosque encantado y sin hacer ruido robaron las estrellas que las hadas habían limpiado.
NARRADOR II. – El primero que se enteró fue el duende bailarín.
DUENDE BAILARÍN. – ¡Alarma! ¡Alarma! ¡Alarmita! Nos han robado las estrellitas.
REINA. – Pero ¿qué ha pasado?
HADA. - Que todas las estrellas nos han robado.
HADA MAGA. – Si ya lo decía yo que esto no acabaría bien porque me levanté con mal pie.
HADA. - ¿Y ahora qué hacemos? Sin estrellas no habrá Navidad.
CABALLERO. – Y sin Navidad no hay turrón, ni mazapán ni nada de nada.
NARRADOR I. – Todos los habitantes del bosque encantado se quedaron muy tristes y apenados.
NARRADOR II. – Ya no había remedio, todos se dieron por vencidos. El hechicero malo lo había conseguido, destruir la Navidad en un descuido.
NARRADOR I. – Pero cuando todos estaban llorando sucedió algo maravilloso. De pronto el árbol más alto del bosque que era el pino, empezó a crecer y a crecer.
NARRADOR II. – Y tanto y tanto creció que con sus ramas al cielo llegó. Cogió todas las estrellitas que en el cielo quedaban y las bajó al bosque encantado.
REINA. – Mirad, mirad el pino está creciendo.
HADA. – Ha llegado al cielo y sigue subiendo.
HADA MAGA. – Y ahora las estrellitas más altas está cogiendo.
HADA. – Ya tenemos estrellas otra vez. Y podemos celebrar la Navidad.
REINA. – Gracias al pino podremos celebrar la Navidad.
NARRADOR I. – Por eso desde aquel día la gente para celebrar la Navidad pone en sus casas un pino con estrellitas y lucecitas.
HADA. – Hechicero vuélvete bueno y ven con nosotros a celebrar la Navidad.
HADA MAGA. – Anda ven no seas cabezón.
HECHICERO. - ¿Y me daréis turrón?
CABALLERO. – Pues claro si es que queda algo.
HECHICERO. – Pues ya soy bueno y ahora para despedirnos vamos a decir todos juntos. ¡FELIZ NAVIDAD!
FIN
A continuación he añadido a este mismo enlace una obra más relacionada con la Navidad, por si os gusta.

LA NIÑA QUE PIDIÓ UN ÁNGEL A LOS REYES MAGOS

PRESENTADORA. - ¡Buenos días a todos! Para celebrar la Navidad, los niños y niñas de primero vamos a representar una obra de teatro titulada. “La niña que pidió un ángel a los reyes magos”. Esta obra se la dedicamos de una manera muy especial a nuestras mamás en agradecimiento por el cariño que nos dan siempre, con ella también os felicitamos la Navidad y os deseamos un próspero año nuevo. Esperamos que os guste y os pedimos que guardéis silencio.
NARRADOR. – Esta es la historia de una niña que era muy pobre porque su papá se había quedado sin trabajo y su mamá se tenía que ir a trabajar a limpiar las casas y a cuidar viejecitos para poder vivir. Imaginaros que el escenario es la casa donde vivía la niña. Cuando la niña se encontraba sola en la casa un monstruo malo venía y la asustaba.
MONSTRUO. – Soy el monstruo de la tristeza, de la soledad y del egoísmo, le diré a tu mamá que te abandone, que no te quiera y que no te de besitos. ¡Fuera, ja,ja,ja!
NARRADOR. – Cuando   llegó la Navidad, la niña pensó escribir una carta a los Reyes Magos pidiéndole una cosa muy especial.
MAMÁ. – Cristina ¿Has visto a Laura?
CRISTINA. – Si, antes estaba aquí jugando, se habrá ido a su cuarto.
MAMÁ. – ¡Laura, Laura, hija mía! ¿Dónde estás?
HIJA. – Estoy aquí mamá.
MAMÁ. - ¿Qué estabas haciendo?
HIJA. – Estaba escribiendo la carta a los Reyes Magos.
MAMÁ. – ¿Le has pedido muchos juguetes?
HIJA. – No, mamá este año no le he pedido juguetes. Le he pedido otra cosa.
MAMÁ. – Te lo digo porque este año ya sabes lo que pasa, que hasta los Reyes Magos  están en crisis.
HIJA. – Ya lo se mamá, no te preocupes.
CRISTINA. – Si me das la carta yo misma la echaré en el correo, así me daré un paseo por la ciudad.
HIJA. – Toma la carta.
CRISTINA. – Ahora mismo la echo en un buzón.
NARRADOR. – La hermana se fue a llevar la carta a correos y la niña y su mamá se quedaron en la casa. Entonces vino el monstruo otra vez.
MONSTRUO. – Soy el monstruo de la tristeza y de la soledad, le diré a tu mamá que se vaya a trabajar. ¡Fuera, fuera, a trabajar!
NARRADOR. -  Pasaron unos días y un cartero llevó la carta a los reyes Magos. Ahora imaginaros que el escenario es el palacio de los tres Reyes Magos.
MELCHOR. – Gaspar has leído una carta  de una niña que se llama Laura.
GASPAR. – Pues sí, la acabo de leer, es esta que tengo en la mano.
MELCHOR. - ¿Y qué te parece?
GASPAR. – Pues me parece que nos lo pone muy difícil.
MELCHOR. - ¿Y tú Baltasar, qué dices?
BALTASAR. – Malo, malo.
MELCHOR. – Con lo fácil que hubiera sido para nosotros que nos pidiera una muñeca u otro juguete cualquiera.
GASPAR. – Eso mismo digo yo, es que esta niña nos ha pedido lo más difícil de conseguir. ¿Tú qué dices Baltasar?
BALTASAR. – Malo, malo.
MELCHOR. – Bueno vamos a ver si buscando los tres por el almacén podemos encontrar lo que nos pide la niña.
GASPAR. – Si, eso, porque seis ojos ven más que dos, pero estoy casi seguro que en el almacén no está lo que ha pedido esta niña. Tú Baltasar, ¿qué piensas?
BALTASAR. – Malo, malo.
NARRADOR. – Los tres Reyes Magos se pusieron a dar vueltas por el almacén de juguetes para ver si encontraban lo que quería la niña. Estaban muy preocupados porque la niña no había pedido juguetes, quería otra cosa mucho más difícil de conseguir.
MELCHOR. – Tengo una idea.
GASPAR. – Tú dirás.
MELCHOR. – Si en el almacén no lo encontramos, creo que necesitamos ayuda.
GASPAR. – Eso ya lo sabemos.
MELCHOR. – Quiero decir que si nosotros no tenemos lo que nos pide la niña debemos avisar a Papá Noel para ver si él lo tiene en su almacén.
GASPAR. – Mira, es verdad, has tenido una buena idea, aunque dudo mucho que él lo tenga. ¿Tú que opinas Baltasar?
BALTASAR. – Malo, malo.
MELCHOR. – Siempre tan optimista. ¿Es que no sabes decir otra cosa? Anda llama al duende Luisín para que avise a Papá Noel.
BALTASAR. - ¡Luisín, Luisín!
DUENDE. – Ya estoy aquí. ¿Qué queréis de mí majestades?
MELCHOR. – Queremos que avises a Papá Noel, dile que venga inmediatamente, que es un caso muy urgente.
DUENDE. – Entendido, voy volando.
NARRADOR. – El duende fue rápidamente a buscar a Papá Noel. Lo encontró con los renos y preparando su trineo,él no quería venir pero lo agarró por el gorro y lo trajo a la fuerza.
PAPÁ NOEL. - ¡Que me sueltes, que te he dicho que me sueltes!
DUENDE. – Ya te suelto. Aquí lo tenéis majestades, no quería venir y por eso lo he traído a la fuerza.
PAPÁ NOEL. – Es que estaba preparando mi trineo para empezar el reparto de regalos. Digo yo que será un caso muy urgente porque si no me voy a enfadar.
MELCHOR. – Sí, es que una niña nos ha pedido una cosa que nosotros no podemos conseguir.
PAPÁ NOEL. – ¿Me queréis decir de una vez de qué se trata?
MELCHOR. – Pues una niña que nos ha pedido una cosa que no tenemos.
GASPAR. – Toma lee la carta tú mismo y te enteras de todo.
NARRADOR. – Papá Noel leyó la carta de la niña y cuando terminó de leerla, se quitó el gorro, se rascó la cabeza y puso mala cara.
PAPÁ NOEL. – Imposible, esto es imposible de conseguir.
MELCHOR. - ¿Quieres decir que tú tampoco tienes en tu almacén lo que pide la niña?
PAPÁ NOEL. – Pues claro, yo tengo juguetes de todas las clases pero lo que os pide esta niña eso no es un juguete, decirle que pida otra cosa.
GASPAR. – No porque lo que pide no es para ella es para dárselo a su mamá y como es una niña muy buena queremos conseguírselo.
PAPÁ NOEL. – Pues, siento mucho no poder ayudaros y como no tengo lo que pide entonces disculpadme pero me tengo que ir a preparar mi trineo. ¡Adiós!
MELCHOR. – Me lo temía.
GASPAR. – El problema sigue.
BALTASAR. – Malo, malo.
NARRADOR. – Cuando se fue Papá Noel todos se quedaron muy tristes dando vueltas y pensando hasta que el duende Luisín tuvo una idea.
DUENDE. – Nos queda otra oportunidad.
LOS TRES REYES. ¡Cual, cual!
DUENDE. – Llamar a Santa Claus para ver si tiene lo que pide la niña.
GASPAR. – Es verdad anda corre tú mismo y tráelo a ver qué pasa.
DUENDE. - ¿Lo traigo por el gorro o por la barba?
MELCHOR. – Tráelo si o si.
DUENDE. – Lo que yo decía por la barba.
SANTA CLAUS. – Esto es un abuso y una falta de respeto, ahora mismo pido el libro de reclamaciones.
GASPAR. – ¿Qué te pasa, qué quieres reclamar, por qué estás enfadado?
SANTA CLAUS. – Pues estaba yo tan tranquilito leyendo las cartas de los niños cuando llegó este duende y sin decir nada me agarró de la barba y me ha traído aquí a la fuerza.
MELCHOR. – Duende esta vez te has pasado un pelín. ¿Cuántas veces te enseñó tu maestro que todas las cosas se piden por favor?
DUENDE. – Sí ya lo se, pero como es un caso urgente pensé ahorrar tiempo y no dar explicaciones.
SANTA CLAUS. – Creo que me debéis una explicación, exijo una explicación, esto es intolerable.
GASPAR. – Tranqui, tranqui. Primero te pedimos disculpas y luego te vamos a dar la explicación.
MELCHOR. – Verás Santa la culpa ha sido nuestra porque tenemos un problema. Resulta que una niña nos ha pedido de regalo de reyes una cosa que no tenemos en el almacén y te hemos llamado a ti para ver si  nos podías ayudar y nos sacabas del apuro.
SANTA CLAUS. – Haber empezado por ahí pues claro que os puedo ayudar, yo tengo de todo. ¿Qué es?
GASPAR. – Mira la carta.
NARRADOR. – Cuando Santa Claus leyó la carta le pasó lo mismo que a Papá Noel.
SANTA CLAUS. – Veamos, el caso es, no puede ser, nada que yo tampoco tengo lo que quiere esta niña. Me voy que tengo mucho trabajo.
GASPAR. - ¿Y ahora qué hacemos?
MELCHOR. – Tenemos que conseguir lo que nos pide esta niña. No podemos fracasar. Está en juego nuestra reputación, si fallamos los niños no nos volverán a pedir juguetes ni nada.
GASPAR. – Me estoy viendo ya en el paro.
BALTASAR. – Malo, malo.
NARRADOR. – Los Reyes Magos se quedaron muy tristes pensando y rascándose la cabeza.
De pronto pasaron por allí unas pastorcillas que iban al portal de Belén.
PASTORA 1. - ¡Anda, pero si son los tres reyes Magos!
PASTORA 2. – Creo que están tristes o preocupados por algo.
PASTORA 3. – Lo que no entiendo es que estén aquí parados y no vayan como nosotras camino de Belén.
MELCHOR. – Hola pastorcillas ¿A dónde vais?
PASTORA 1. – Vamos al portal de Belén porque ha nacido el niño Jesús.
PASTORA 2. – Claro queremos ver al niño lo guapo que es.
PASTORA 3. – Y le llevamos unos regalitos.
GASPAR. - ¡Qué fallo! Nosotros también tenemos que ir a ver al niño, ya se nos había olvidado.
MELCHOR. – Tienes razón, vamos, vamos que se nos hace tarde.
NARRADOR. – Los Reyes Magos se fueron con las pastorcillas hacia el portal de Belén para ver al niño y darle los regalos. Cuando llegaron al portal se armó un gran revuelo porque el duende la volvió a liar.
DUENDE. – Ya está, ya lo tenemos, ya lo tenemos.
MELCHOR. – ¿Qué es lo que tenemos?
DUENDE. – Lo que pide la niña. El ángel.
GASPAR. – Es verdad, ahí está el ángel que quiere la niña.
BALTASAR. - ¡Bueno, bueno!
MELCHOR. – Y ¿ ahora, qué hacemos!
GASPAR. – Sí porque el ángel está ahí pero como se lo llevamos a la niña.
DUENDE. – Pues cazándolo lo mismo que a un pájaro, yo conozco a un cazador que seguro que lo caza, lo voy a llamar. Cazador ven corriendo.
CAZADOR. - ¿Qué quieres amigo duende?
DUENDE. – Quiero que caces a ese pájaro que está ahí arriba.
CAZADOR. – Pero si no es un pájaro es un ángel.
DUENDE. – Es lo mismo tu lo cazas, nos lo traes y ya está.
CAZADOR. – Bueno, bueno como quieras. Voy a cazarlo.
ÁNGEL. – Un momento que yo soy un ángel no un pájaro para que me caces. Además estoy aquí para anunciar a los pastores que ha nacido el niño Jesús, no se te ocurra tocarme.
CAZADOR. – Esto se pone feo, yo me largo.
GASPAR. – Pues entonces lo cazaré yo, no podemos dejar a la niña sin ángel. (Coge al ángel)
ÁNGEL. - ¡Socorro que me raptan, que me raptan!
S. JOSÉ. - ¡Alto ahí, suelta  al ángel y déjalo en su sitio!
MELCHOR. – Es que nos hace mucha falta.
S. JOSÉ. – Ni falta ni nada, el ángel no se mueve de aquí ¿Además no os da vergüenza a vosotros reyes magos andar por ahí cazando  ángeles como si fueran pájaros? Es que se os tenía que caer la cara de vergüenza.
GASPAR. – El ángel no es para nosotros.
S. JOSÉ. – Entonces. ¿Para quién es?
MELCHOR. – Nos lo ha pedido una niña para regalárselo a su mamá. Por favor José deja que nos lo llevemos por unos días y luego te lo devolvemos.
VIRGEN. – Deja que se lo lleven José, se comprensivo porque es para una buena acción.
S. JOSÉ. – Bueno si es para eso vale lo podéis llevar.
NARRADOR. – San José permitió que se llevaran el ángel y ahora imaginaros que el escenario vuelve a ser la casa de la niña y que los Reyes Magos entraron por la noche para llevarle el ángel.
MELCHOR. –SSSSSSS No hagáis ruido para que no se despierten. Ángel quédate aquí. Venga vámonos, misión cumplida.
MAMÁ. - ¿Pero qué es esto? Despierta Laura mira lo que hay aquí. ¿Tú sabes quién lo ha traído?
NIÑA. – Si mamá  los Reyes Magos nos han traído el ángel que yo les pedí. Es para ti mamá.
MAMÁ. - ¿Y para qué queremos nosotras un ángel?
NIÑA. – Es para que te ayude a ti mamá y para que nos defienda del monstruo.
MAMÁ. - ¡Qué bien! Así podré quedarme contigo todo el día y darte cariño.
MONSTRUO. – De eso nada porque yo os seguiré asustando y dando miedo. ¡UUUUU!
ÁNGEL. – No podrás hacer eso.
MONSTRUO. - ¿Y por qué?
ÁNGEL. -  Porque yo lo impediré con mis poderes de ángel
MONSTRUO. – ¡Ja, ja! Me río yo de los ángeles. No podrás hacer nada.
ÁNGEL. – Lo vas a ver. Por Navidad en corderito tú te convertirás.
MONSTRUO. – Anda es verdad me he convertido en un corderito, me voy con mi mamá.
ÁNGEL. – El monstruo ya no os asustará nunca más y yo me quedaré siempre con vosotras para cuidaros y asegurarme de que vivís felices.
NARRADOR. – Eso es lo que ocurrió y desde ese momento vivieron felices la mamá con su hijita y nosotros os deseamos a todos ¡Feliz Navidad!



                                                    FIN