Aquí, al igual que en la de "los cerditos" pues otro bosque, con su caminito y la casa de la abuelita al fondo y así podrá ir Caperucita, feliz y contenta, cantando aquello de "larán, lará, larito".
Es esta una de las pocas obras que todavía no he representado tal como os la paso ahora. Si representé hace cinco años, con mis alumnos del colegio de Fuensanta, la que podía ser "madre de esta" y resultó bastante bien. Esta versión procede de aquella otra mucho más simple. La he ampliado y cambiado, intentando mejorarla en muchos aspectos.
En estos momentos, noviembre de 2.007) la estoy ensayando con los alumnos de tercero del Colegio Virgen de las Nieves de Granada. Y en este otro momento 25 de octubre de 2.010, os digo, y podéis creerme que la representamos y resultó muy bien. Es una obra que no es lo que en un principio se pudiera pensar, Sinceramente os la recomiendo, incluso para niños de secundaria. Anda leerla por lo menos y seguro que me dáis la razón.
COMPETENCIAS: SOCIAL Y CIUDADANA
En esta obra presento en primer lugar el enfrentamiento generacional, entre padres e hijos, la responsabilidad, cada vez mayor, por parte de los varones de tareas del hogar que antes solo realizaban las mujeres. Trato de romper estereotipos. No siempre el malo es malo y el bueno es bueno. Hay que admitir que a veces se rompen los esquemas y cambian las cosas. En esta obra destaca la educación en el aspecto emocional. Se trata de incidir en el conocimiento de las emociones y sobre todo iniciamos a los niños a que aprendan lo que es la empatía, que aun reconociendo que es misión casi imposible, no por eso debemos olvidarla.
VOCABULARIO
Aparentar, cadáver, fósil, imaginaria, obstáculo, pubertad, revolución, vegetariano.
DIFICULTAD. Escasa. Escrita para los niños de segundo o tercer ciclo. No estaría mal si la representaran los de Secundaria.
DURACIÓN APROXIMADA. 30 minutos.
PREPARACIÓN DE LOS ESCENARIOS.
Como la obra se pretende representar en tres pequeños actos hay que preparar tres escenarios diferentes y progresivos.
Para el primer acto, en el que la acción se desarrolla en la casa de los padres de Caperucita, necesitamos ambientar el escenario como si fuera el salón de una casa. Lo que se consigue dibujando un mural en el que se vea el fondo de un salón (una pared con cuadros y una ventana simulada) y repartiendo por el escenario una mesa, varias sillas y cuantos objetos de salón tengamos a mano.
Para el segundo acto, en el que la acción se desarrolla en el bosque, se dibujará un mural grande en papel continuo en el que se vea un paisaje con bosque y una casita. Este mural se colocará debajo del primero, así cuando acabe el primer acto se corren las cortinas y mientras se cambian los objetos del escenario se descuelga el primer mural y aparecerá éste. Por el escenario se distribuyen varios niños que hacen de árboles, y algunas rocas simuladas con papel de embalar cubriendo sillas.
Para el tercer acto, en el que la acción se desarrolla en la casa de la abuelita, se puede volver a colocar el primer mural del salón y se pueden poner los mismos objetos o similares.
PERSONAJES.
PADRE DE CAPERUCITA.- Niño disfrazado de “amo de casa”, con mandil. Queda muy gracioso si este niño es más bajo e infantil que la niña que hace de Caperucita.
GATO.- Niño o niña disfrazados de gato. Le hacéis una careta de gato, le ponéis una colita y listo.
CAPERUCITA.- Niña disfrazada de niña moderna. Creo que no hace falta decir nada más.
EL LOBO.- Niño disfrazado de lobo con careta de lobo y alguna cosa más. Si nos vemos perdidos recurrimos a comprar un disfraz en una tienda de disfraces.
ABUELA DE CAPERUCITA.- Pues eso, una niña disfrazada de abuela de Caperucita que no es una abuela cualquiera. Niña con pañuelo negro en la cabeza, anteojos antiguos, en el pelo se le tiñen unas canas y para el cuerpo un vestido negro, largo, largo, hasta el suelo. Y todo lo que queráis.
CAZADOR.- Un niño al que disfrazamos de cazador. No, mejor a éste no lo disfrazamos nosotros. A este le decimos ¡Venga Fulanito, ven disfrazado de cazador! ¡Como tú quieras! Os aseguro que viene el tío que parece Rambo. Os lo dice quien lo ha vivido.
ÁRBOLES.- Dos o tres niños disfrazados de árboles. Sencillamente, con cartulina, cilindro marrón para el cuerpo y follaje verde. Más sencillo aún siguiendo las indicaciones del dibujo que adjunto.
ROCAS.- Un par de niños disfrazados de rocas. Se sienta un niño en el suelo, se le cubre con papel de embalar, pintado para que parezca roca. Tal cual.
PRESENTADOR I.- ¡Buenos días a todos! Los alumnos de primer ciclo hemos preparado una obra de teatro titulada “Caperucita Blanca”. Es parecida al cuento de Caperucita Roja pero tiene, como podéis comprobar, algunas diferencias. Para empezar el padre de Caperucita está en el paro y tiene que hacer todas las tareas del hogar, es decir, de amo de casa
PRESENTADOR II.- La Caperucita de esta obra, aunque es algo protestona, sigue siendo una niña obediente y responsable que ayuda a sus padres en lo que puede, pero ya tiene opinión y criterios propios y demuestra que se pueden hacer las cosas de otra manera.
PRESENTADOR III.- El lobo tiene un problema de identidad, también es diferente, no le gusta la carne y sobre todo no quiere matar a nadie. Debe luchar contra la incomprensión de su padre y de toda la sociedad, es decir contra los suyos y contra los demás. Esperamos que os guste y aprendáis algo de ella.
PRESENTADOR IV.- Y por último está la abuela que es la más marchosa de todos y nos enseña que hay que ser optimistas en la vida, y como muchos abuelos es más comprensible con los cambios de sus nietos que los padres.
(Se retiran los cuatro presentadores y comienza la obra con el padre de Caperucita en el centro del escenario planchando la ropa y mirando el reloj.)
NARRADOR.- Había una vez una familia normal compuesta por un padre, bueno si, normal, una madre también normal y una hija nor... bueno llamada Caperucita. Se me olvidaba que también estaba la abuela que vivía en medio del bosque en una casita olvidada y que era como veréis.
PADRE.- ¡Hola! Yo soy el padre de Caperucita Roja, que es una niña que hace lo que se le antoja. De verdad así es la juventud de hoy día. Yo esto no lo veo normal, ¿a dónde irán a parar?
GATO.- Un momento, ¿se puede saber que es lo que estás haciendo?
PADRE.- ¿Es que no lo notas? Estoy planchando la ropa.
GATO.- Un hombre planchando. Aquí algo raro está pasando.
PADRE.- Como os iba diciendo, Caperucita está que no se la puede aguantar. Será por la edad, pero yo no sé que voy a hacer con ella, esperaremos a ver si pasa la pubertad.
(Aparece en el escenario Caperucita, vestida muy moderna, trae los auriculares puestos y baila al son de una música imaginaria que solo ella escucha)
¡Miradla! Se cree que es una estrella. (Dice esto dirigiéndose al público).
¡Caperucita, ayúdame a planchar! (Ahora se dirige a Caperucita)
(Caperucita no responde, sigue bailando y sale del escenario)
GATO.- (Dirigiéndose al público) Me pueden explicar que es lo que pasa en esta bendita casa.
PADRE.- Pues pasa que aunque estoy en el paro me siento agobiado, mi mujer trabaja, yo soy amo de casa. Lavo, cocino, plancho, y de vez en cuando friego la casa y no me queda libre un rato ni para hablar contigo gato.
GATO.- Vivir para ver, el mundo del revés. (Lo dice con resignación).
PADRE.- Además hoy toca llevarle la comida a la abuela. Que vive en medio del bosque y está enferma. Como yo solo no puedo, tengo que mandar a Caperucita sin más remedio.
¡Caperucita, Caperucita! (llama a voces)
(Caperucita aparece por el otro extremo del escenario con los cascos puestos y bailando).
¡Caperucita, Caperucita¡ (La vuelve a llamar con aire de enfado)
CAPERUCITA.- ¿Qué quieres, porqué me llamas? ¿No ves que estoy ocupada?
PADRE.- ¡Tendrás cara! (Mirando al público) ¡Dice que está ocupada! Caperucita, ¿Has terminado de hacer tus cosas?
CAPERUCITA.- Sí papá; he recogido mi cuarto, he hecho mi cama, he limpiado el polvo y ahora escuchaba música un rato.
PADRE.- Pues ahora tienes que llevarle la comida a tu abuela Guillerma que, ya sabes, que está enferma.
CAPERUCITA.- Yo no tengo ganas. Ahora no voy, iré mañana. (Caperucita hace como que se va)
PADRE.- ¡Cómo que no vas, la vamos a liar! ¡Te digo que la vas a tener conmigo! ¡Llévale la comida a la abuela! ¿Has oído?
CAPERUCITA.- ¿Y por qué no vas tú?
PADRE.- Pues porque no tengo tiempo y me voy a volver loco, tengo que fregar los platos, poner la lavadora, planchar la ropa y hacer la comida. ¿Te parece poco?
CAPERUCITA.- Papi, no quiero ir, siempre me mandáis a mí. Manda a mi hermano Manolo.
PADRE.- ¿A tu hermano Manolo?
CAPERUCITA.- O a mi otra hermana Sebastiana.
PADRE.- Pero... ¿qué dices esta mañana? ¡Si tú no tienes ni hermanos ni hermanas!
CAPERUCITA.- Ya lo sé, lo he dicho por ver si colaba. (Dirigiéndose al público)
PADRE.- Pues no ha colado y vas a ir tú porque te lo he mandado. (Esto lo dice exagerando, dando muchas voces)
CAPERUCITA.- Dice el catecismo ¡Abajo el machismo! ¡Arriba el feminismo! (A modo de reivindicación)
PADRE.- Ten cuidado con lo que hablas y pórtate bien. Mira, aquí tienes en la cesta una torta, un pastel y una jarrita de miel.
CAPERUCITA.- ¿Y no puedo llevarle un bocata de chorizo? La abuela está hasta el moño de que le llevéis siempre lo mismo.
PADRE.- Eso es lo que le hemos llevado siempre. ¿Qué tiene de malo? ¿Por qué quieres cambiarlo?
CAPERUCITA.- El que algo sea bueno no quiere decir que no pueda ser mejor. Además siempre estáis con las mismas “chorradas”, que te modernices camarada (Esto último lo dice en plan irónico).
PADRE.- ¡Haz el favor de no decir palabrotas que eres una niña y por eso debes dar la apariencia de que estás bien educada!
(Caperucita hace ademán de protestar pero no la deja)
CAPERUCITA.- Eso debo aparentar. Pero ¿qué palabrotas he dicho?
PADRE.- Me he cansado ya. ¡Obedece sin rechistar!
CAPERUCITA.- (Dirigiéndose al público) Ya estamos otra vez en plan machista. (Dirigiéndose a su padre) Vale papá no te enfades, iré yo como siempre a casa de la abuelita. Y le llevaré lo de siempre y el bocata de chorizo para que se lo coma de postre.
PADRE.- Así me gusta que seas obediente. Y que te pongas el vestidito y tu caperuza roja como siempre.
CAPERUCITA.- Eso si que no. Por ahí no paso. Tengo derecho a vestirme a mi gusto, ya estoy harta de ponerme siempre la roja sólo porque a ti se te antoja.
PADRE.- ¿Pues cual te vas a poner? Tendrás que ponerte la roja que por eso te llamas Caperucita Roja.
CAPERUCITA.- Pues no. Hoy me pongo la blanca porque me gusta llamarme Caperucita Blanca.
PADRE.- (Al público) Ahora resulta que hasta su nombre no le gusta.
GATO.- (Al público) Yo esto lo veo ya normal porque todos los días hacen igual.
CAPERUCITA.- (Al público) Sí, me pongo la blanca porque es blanca.
GATO.- ¡Qué disputas! ¡Qué vergüenza! ¡Si el abuelo levantara la cabeza!
PADRE.- Esto es una república y una tangana. Aquí todo el mundo hace lo que le da la gana.
(Caperucita se pone un gorro blanco, se mira al espejo, pone cara de que no le gusta, tira el gorro blanco y se pone un casco de moto).
CAPERUCITA.- Pues mira, como no me sienta bien el blanco ahora me pongo el casco.
PADRE.- Como quieres volverme loco te pones el casco de la moto. ¿Irás andando?
CAPERUCITA.- Ni hablar voy con mi moto.
PADRE.- ¡Qué dices insensata! ¡Como vas a llevar la moto! ¿No ves que el camino del bosque está lleno de piedras y obstáculos?
CAPERUCITA.- Mejor, así se me quitará la tos y haré motocross.
PADRE.- Contigo no gana uno para sustos. Me vas a matar a disgustos.
CAPERUCITA.- Es imposible que yo te mate, llevas muerto un millón de años, eres un fósil.
PADRE.- ¡No me digas fósil, que no lo soy!
CAPERUCITA.- Perdón papá, no eres fósil, tienes razón, todavía estás en la fase de momia.
PADRE.- (Muy enfadado) Como te coja te voy a matar y tú serás un cadáver.
(Hace ademán de que va a cogerla. Caperucita sale corriendo y el padre detrás, luego se vuelve el padre y habla con el público)
PADRE.- Cada vez es más difícil ser padre, los hijos ya no hacen caso de nadie, esto es una revolución. No sé yo dónde vamos a parar.
GATO.- Esto no hay quien lo pare, ya no tiene arreglo.
PADRE.- (Mira el reloj y dice) Dios mío ya se me hace tarde. Tengo que poner la comida sino no va a estar terminada para cuando llegue mi esposa.
(Sale el padre y entra Caperucita)
CAPERUCITA.- Por fin se ha ido. ¡Qué pesado es el tío! Yo ahora cojo mi motobús y le llevo a la abuela su menú.
(Coge la comida de la abuela, hace como si se subiera a una moto y sale del escenario)
NARRADOR.- Caperucita, a pesar de que era un poco protestona sin embargo obedecía a sus padres y al momento salió de su casa y se dirigió por el camino del bosque hasta la casa de su abuelita. Pero como sabéis el lobo malo ya la estaba esperando en el bosque.
(Por un extremo del escenario aparece el lobo con gabardina con el cuello subido y gafas oscuras. Se oculta detrás del niño que hace de árbol y habla con el móvil mirando a todos lados para cerciorarse de que no lo ven)
LOBO.- Sí papá, te oigo bien. (Pausa de cinco segundos) Si te he entendido. (Pausa de otros cinco segundos) Tú no te preocupes. (Pausa de cinco segundos) Yo me escondo detrás de un árbol. (Otra pausa) Sí, eso es, luego me lanzo sobre ella.
(Se esconde detrás de un árbol)
ÁRBOL.- (Hablando con la roca) Muchas explicaciones parece que necesita éste. ¿No será algo mariposón?.
ROCA.- Ya nada es lo que era.
LOBO.- (Sigue hablando por teléfono) De acuerdo papá. Cuando llegue Caperucita, me la comeré de un bocado, espera que no te oigo con este ruido. Cuelgo y ahora te llamo.
(Aparece Caperucita con una bici haciendo ruido como si fuera una moto, se da una vuelta por el escenario y sale otra vez)
ÁRBOL.- Ahí tienes a Caperucita. ¿No ibas a comerla? Pues como no te des prisa te vas a quedar con la boca abierta.
LOBO.- (Vuelve a hacer como que llama por teléfono) Soy yo otra vez (Pausa) Sí era una moto, que asco de mundo ya no respetan nada. (Pausa) De acuerdo, cuando me la coma te vuelvo a llamar. ¡Adiós!
(Se escucha nuevamente el ruido de la moto y aparece otra vez Caperucita, el lobo se esconde detrás de una roca)
ROCA.- No te escondas gallina y da la cara como un lobo de verdad.
(Caperucita apoya su moto en el árbol y se sienta en el centro del escenario, delante del lobo)
LOBO.- (Asoma la cabeza) No puede ser, sí, creo que es Caperucita, ahora viene en moto y además trae un casco negro. Este no es el cuento que me contaron. ( Se queda callado detrás de la roca).
ÁRBOL.- Ni tú eres el lobo que yo creía. No te digo.
CAPERUCITA.- Como hace un día espléndido me siento un rato y disfruto del campo.
LOBO.- Este es el momento que yo estaba esperando.
( Como está de espaldas al lobo, éste sale de su escondrijo y hace ademanes como si fuera a comérsela por dos o tres veces pero no se atreve).
CAPERUCITA.- (Mirando al público y disimulando) Ya está aquí el pesado del lobo. A él le gustaría comerme pero conmigo no puede.
(El lobo desiste al final, se decide a hablarle y se sienta a su lado)
CAPERUCITA.- ¿Qué haces lobito?
LOBO.- (Con voz muy triste) ¡Hola, Caperucita! ¡Qué vergüenza me da!
CAPERUCITA.- ¿De qué te da vergüenza?
LOBO.- De ser un lobo tan inútil. No soy capaz de comerte. En realidad no soy capaz de comer ni a un pequeño cabritillo, me da pena matar a los animales.
CAPERUCITA.- ¿Sabes lo que te digo?
LOBO.- ¿Qué?
CAPERUCITA.- Que no tienes por qué avergonzarte de ser como eres. Tienes que asumir que eres diferente y ya está.
LOBO.- Ya lo intento pero no es tan fácil. Está mi padre que siempre me presiona para que sea como él, luego está toda la manada. Se ríen de mí. Me insultan y desprecian.
CAPERUCITA.- Te comprendo macho, pero sigue en tu lucha, defiende tus ideas y no te desanimes que algún día todos te admitirán como eres.
LOBO.- ¡Gracias Caperucita!
CAPERUCITA.- Y digo yo, si no te gusta matar a los animalillos. ¿Qué comes? ¿De qué te alimentas?
LOBO.- Te voy a confesar un secreto. Ahora que no nos ve nadie.
CAPERUCITA.- ¿Qué secreto es?
(Se acercan uno al lado del otro y el árbol y la roca también se disponen a escuchar)
LOBO.- Soy vegetariano.
ROCA.- Lo que me faltaba por oír. Llevo un millón de años aquí plantada y jamás había escuchado tan grandísima bobada.
ÁRBOL.- No, si ya decía yo que me parecía algo mariposón.
CAPERUCITA.- ¿Así es que eres vegetariano? ¿Ese es tu problema?
LOBO.- Sí, me alimento de frutas y verduras nada más. Y ahora que recuerdo tú y yo tenemos un problema.
CAPERUCITA.- Perdona Lobo pero el problema lo tendrás tú, que yo sepa yo no tengo ninguno. Me voy.
(Se pone en pie Caperucita dispuesta a marcharse)
LOBO.- Por favor Caperucita, deja que te cuente. Mi padre me mandó aquí para que te comiera, y me dijo que si no te comía yo vendría él y te comería a ti y a mi me mataría.
CAPERUCITA.- ¿Es verdad lo que dices?
LOBO.- Te lo prometo por el niño Jesús.
CAPERUCITA.- Pues vaya un problema que me has buscado macho, como no me comas tu padre te mata a ti y me come a mí.
LOBO.- Sí ya lo sé. Yo disimulo para que no se entere pero algún día me va a pillar comiendo bellotas de las encinas.
CAPERUCITA.- La verdad es que es difícil llevarse bien con nuestros padres, a mí también me pasa lo mismo con los míos.
LOBO.- Y lo peor de todo es que si no te como va a venir él personalmente a comprobarlo.
CAPERUCITA.- ¡Ah, no! Yo prefiero que me comas tú. Tu padre no debe venir de ninguna manera.
LOBO.- ¿Y cómo lo hacemos?
CAPERUCITA.- Pues haces como si me comieras y ya está.
(El lobo hace como que la come)
LOBO.- ¡Au, au!
CAPERUCITA.- Bueno, ya está. Tampoco tienes que pasarte, no me seas sobón. Llama a tu padre y dile que ya me has comido.
LOBO.- Sí, lo llamaré. Aunque no sé yo si me creerá.
CAPERUCITA.- Venga, marca el número que yo te ayudo y finjo que me estás comiendo.
LOBO.- Vale, voy a marcar. (Hace como que marca) Vamos a ver si me acuerdo del número.. Siete, siete, seis, seis, tres , ocho , nueve... ( se pone el teléfono en la oreja, se escucha una voz ronca y enfadada que dice)
VOZ.- Dígame, ¿Quién es?
LOBO.- Soy yo papá. Estoy...
VOZ.- Hombre ¿eres tú? ¿Ya te has comido a Caperucita?
LOBO.- Bueno yo estaba ...
CAPERUCITA.- ¡Ay! ¡Qué dolor! ¡Me está comiendo el lobo malo! ¡Socorro!
VOZ.- Así me gusta hijo mío. Que seas un lobo malo como tu padre. Sigue, sigue, no te entretengas y cómetela enterita.
CAPERUCITA.- ¡Ay ya me comió entera, ya me ha matao el muy animal! ¡Ay, me muero! (Esto lo dice con voz de moribunda)
LOBO.- ¿Has escuchado?
VOZ.- Sí lo he escuchado todo. Así se hace hijo mío. Muy bien hecho, estoy orgulloso de ti.
LOBO.- ¡Adiós papá, ya me la he comido! ¿Puedo llegar un poco tarde hoy a casa? Es que quiero celebrarlo con mis amigos.
VOZ.- Lo comprendo hijo. Puedes venir tan tarde como quieras, permiso concedido.
CAPERUCITA.- ¿Has visto qué fácil ha sido?
LOBO.- Sí ha sido fácil gracias a ti.
CAPERUCITA.- Bueno pues ahora yo me voy, que con tanto teatro voy a llegar tarde a casa de mi abuela y la comida se convertirá en cena.
LOBO.- Caperucita ¿Puedo ir contigo? No sé adónde ir. ¡Como no tengo ningún amigo!
CAPERUCITA.- Vale, vale. Haz lo que quieras.
(Salen los dos del escenario uno por cada lado. Termina el segundo acto. Cae el telón y se cambia el decorado otra vez. Ahora aparece el interior de una casa con la abuela sentada en un sofá).
NARRADOR.- Como el lobo era más rápido, pues eso, debería haber llegado el primero. Pero en este caso, como este lobo no era un lobo como Dios manda, pues resulta que se cayó y se torció un tobillo y llegó tarde a la casa de la abuelita. Es decir que la primera que llegó fue Caperucita.
CAPERUCITA.- (Llamando a la puerta) Tan, tan, pan.
ABUELA.- Entra que la puerta no está cerrada con llave.
CAPERUCITA.- ¡Hola abuelita! ¿Cómo estás?
ABUELA.- Estoy un poco pachucha, como siempre, pero es cosa de la edad.
CAPERUCITA.- Pues yo venía a verte y a traerte como siempre una torta, un pastel y una jarrita de miel, pero hoy te he traído un bocata de chorizo.
ABUELA.- Pues me parece muy bien, ya estaba yo harta de que me trajeras siempre lo mismo. Me lo voy a comer en un santiamén.
CAPERUCITA.- Es lo que yo le decía a mi padre, pero él nada, siempre con sus manías.
ABUELA.- Caperucita, ¿Has visto al lobo? ¿Cómo es que no ha llegado antes que tú?
CAPERUCITA.- Sí lo he visto en el bosque, pero como yo he traído la moto, por eso he llegado antes que él.
LOBO.- (Llamando a la puerta) Pan, pan, pan.
CAPERUCITA.- Seguro que es él. Tú disimula como si no supieras nada.
ABUELA.- ¿Quién es?
LOBO.- Soy yo, el lobo.
ABUELA.- ¡El lobo! ¡Qué miedo! Yo no te abro la puerta.
LOBO.- No tengas miedo, soy un lobo bueno, no quiero hacerte daño.
ABUELA.- No sé, no sé. Me cuesta trabajo creerte.
LOBO.- Pregúntale a Caperucita, tampoco quería creerme pero es verdad y ya somos amigos.
ABUELA.- ¿Prometes portarte bien?
LOBO.- Sí, lo prometo.
ABUELA.- Entonces pasa, abre tú la puerta que no está cerrada con llave.
(Entra el lobo cojeando)
ABUELA.- ¿Qué te ha pasado?
LOBO.- Me caí y me he torcido el tobillo.
CAPERUCITA.- Bueno no te preocupes y siéntate ahí que ahora te curamos.
LOBO.- Mira, te traigo un regalo para que veas que quiero ser tu amigo.
ABUELA.- Hombre, una botella de vino, gracias por el detalle.
CAPERUCITA.- Pero bueno ¿No pensarás beber vino?
ABUELA.- Mira Caperucita, ya está bien de tonterías, vamos a celebrar que somos amigas de un lobo.
CAPERUCITA.- Pues mira, tienes razón. Además con el bocadillo de chorizo pega un trago de vino.
ABUELA.- Venga sentaros vosotros también y comamos y bebamos con alegría.
CAPERUCITA.- Brindemos todos por la amistad y los nuevos tiempos.
ABUELA.- Brindemos por nuestra salud.
LOBO.- Sí, brindemos por el cambio y por la amistad entre todos.
(Cuando están todos con las copas en alto aparece el cazador que entra dando voces)
CAZADOR.- ¿Qué pasa aquí que hay tanto jaleo? Hombre, pero si está el lobo. ¿Has venido a hacer una de las tuyas? ¡Manos arriba!
LOBO.- No señor cazador, yo soy un lobo bueno y soy amigo de Caperucita y de su abuelita y estábamos todos juntos porque queríamos celebrar que...
CAZADOR.- Sí claro, tú querías celebrar que las tenías atrapadas y después te comerías a las dos. Te conozco bien. ¡Arriba las manos he dicho!
LOBO.- No señor cazador, yo no me las como porque soy vegetariano. Sólo como lechugas, tomates y patatas fritas.
CAZADOR.- ¿Un lobo vegetariano? No te creo. Venga, déjate de cuentos y arriba las manos. Te voy a meter un perdigonazo que te vas a enterar.
CAPERUCITA.- ¿Por qué no puedes creerlo? Está diciendo la verdad.
CAZADOR.- Eso es imposible. Los lobos siempre han sido malos y éste en particular es malísimo. Venga arriba las manos que no respondo.
CAPERUCITA.- ¡Deja en paz al lobo, hombre, que es inofensivo!
CAZADOR.- Eso es lo que tú te crees, pero si lo dejo os come en un momento, además yo he venido aquí a salvaros del lobo malo y eso es lo que voy a hacer.
CAPERUCITA.- ¿Pero de qué lobo malo hablas? ¿No te estamos diciendo nosotras que no es peligroso?
CAZADOR.- Eso decís porque os tiene engañadas, os ha comido el coco con eso de que es vegetariano, pero no os preocupéis que yo he venido para salvaros y os salvo, vaya que si os salvo.
CAPERUCITA.- Nada, el tío sigue erre que erre. Otro igual de cabezón que mi padre.
ABUELA.- No te molestes en razonar nada con él. Esta generación no tiene remedio. Voy a ver si lo convenzo yo de otra forma.
(Se coloca detrás del cazador con un garrote en la mano y le dice)
ABUELA.- ¿Quieres ver un pajarito?
CAZADOR.- Sí, quiero verlo. ¿Dónde está?
ABUELA.- Aquí mismo. (Le sacude un garrotazo) ¿Lo has visto?
CAZADOR.- No. Lo que he visto son las estrellas. (Se cae desmayado).
ABUELA.- Y ahora lobo, tú debes irte antes de que despierte.
CAPERUCITA.- Sí, y antes de que lleguen mis padres que dijeron que se pasarían por aquí.
LOBO.- ¿Y qué le vais a decir?
ABUELA.- Le diremos lo de siempre, que te ha matado el cazador y que nos ha salvado, y se quedará tranquilo.
LOBO.- Entonces hasta la vista Caperucita.
CAPERUCITA.- ¡Adiós lobito! Sigue siendo vegetariano.
(Se va el lobo y se despierta el cazador)
CAZADOR.- ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha pasado?
ABUELA.- ¡Qué va haber pasado! ¡Pues que has matado al lobo y nos has salvado!
CAZADOR.- ¿Y por qué me duele tanto la cabeza?
ABUELA.- Pues porque el lobo te dio un fuerte golpe en el momento que tú le disparabas. ¿Es que no te acuerdas?
CAPERUCITA.- Claro, y nosotras te damos las gracias por ser tan valiente y habernos salvado la vida.
CAPERUCITA.- Mira, aquí llegan mis padres.
PADRE.- ¿Qué tal estáis? ¿Está todo en orden?
ABUELA.- Sí claro, todo en orden. El lobo malo estuvo aquí y nos quiso comer pero como siempre llegó el valiente cazador y nos salvó la vida.
MADRE.- ¿Y cómo fue usted capaz de matar al lobo malo?
CAZADOR.- Bueno,... cuando llegué yo a la casa el lobo se disponía a comerse a las dos.
MADRE.- ¡Qué horror! ¡Pobre hija mía! ¡Qué miedo habrás pasado!
CAZADOR.- Sí pero entonces actué con rapidez y me lancé sobre el lobo y lo reduje. El lobo intentó defenderse y me dio un fuerte golpe en la cabeza.
MADRE.- ¡Ah! ¡Oh! ¡Qué valiente es usted!
CAZADOR.- (Haciéndose el chulo) No tiene importancia.
NARRADOR. – Y allí se quedaron, todos felices y tan contentos, si el teatro os ha gustado aplaudid con agrado porque aquí se acaba el cuento
(Suena la música y se ponen todos a bailar)