LOS TRES CERDITOS
Se lo que estáis pensando, ha metido una obra repetida. No, aunque se parece a la de "Los cerditos y el lobito", no son iguales. Leer las dos y luego escogéis la que más os guste.
ESCENARIO
Más o menos el mismo que para la otra de "Los cerditos y el lobito"
PERSONAJES
NARRADORA. - Niña que lea bien o que no quiera ser otra cosa.
GRANJERA. - Niña con atuendo de campesina y que se preste ella.
CARLOTA LA MOSCA. - Pues eso otra niña a la disfrazamos de mosca.
CERDITO I. - Ahora ya un niño, tiene que, por lo menos, parecer tranquilo y reposado.
CERDITO II. - Este papel se lo damos al más regordete.
CERDITO III. - Este niño va de currante y trabajador.
LOBO. - Niño disfrazado de lobo. Aquí os van a sobrar pretendientes, todos quieren ser lobos, no se lo que pasa pero es así. Pues bueno le dais el papel como premio al que se lo merezca.
NARRADORA. – Esto era una granja de cerditos. La granjera, trabajaba a todas horas porque tenía que atender a trescientos cerdos y mil doscientas moscas y claro, sudaba la gota gorda.
GRANJERA. – Ser granjera además de cansado, es la reoca como siga mucho tiempo así yo me vuelvo loca.
CARLOTA LA MOSCA. – Eso es verdad, yo que soy una mosca, os lo puedo asegurar, no tiene tiempo ni para espantarme a mí aunque me pose en su nariz.
CERDITO I. – Granjera, tengo hambre, dame la cena.
GRANJERA. – Ya voy, no tengas pena.
(Le da un bocadillo para que coma)
CERDITO II. – Granjera. Tengo sed. Trae agua para que pueda beber.
GRANJERA. – Ahora mismo yo te llevo para que bebas agua o vino.
(Le da un recipiente para que beba)
CERDITO III. – Granjera, estoy aburrido, ráscame la espalda que tengo un sarpullido.
(Le rasca la espalda)
GRANJERA. – Estoy cansada y harta de trabajar, como no descanse voy a reventar.
NARRADORA. – Y así era porque la pobre granjera, de trabajar, no paraba hasta que no se acostaba.
CERDITOS. – ¡Gracias ama! ¿Cuándo te vas a la cama?
GRANJERA. – Ahora mismo me acuesto. De todos mis cerditos estos tres que veis aquí son mis favoritos.
CARLOTA LA MOSCA. – Ahora toca presentaros. Uno por uno os acercáis aquí y vuestro nombre decís.
CERDITO I. – Yo me llamo Arturo Tranquilón y lo que más me gusta es descansar tranquilamente sentado en un sillón.
CARLOTA LA MOSCA. – ¿Sólo te gusta descansar en un sillón?
CERDITO I. – También me gusta descansar en una mecedora.
CERDITO II. – Yo me llamo Baltasar y lo que más me gusta es comer, cenar y desayunar.
MOSCA CARLOTA. – ¿Y no te gusta hacer nada más?
CERDITO II. – Si también me gusta merendar.
CERDITO III. – Pues yo me llamo Enrique Galante y soy un cerdito currante. Soy trabajador, limpio, ordenado y soy una joya porque también preparo la olla.
MOSCA CARLOTA. – Un cerdito limpio. Parecerá una bobada pero yo no me creo nada de nada.
NARRADOR. – Aquel día la granjera estaba hecha pedazos, además de dolerle el lumbago. Como tenía las tareas hechas decidió dormir un rato.
GRANJERA. – Vamos a ver, tengo limpias las cochineras y los cerdos apañados. Tengo sueño y me ha dado un lumbago. Voy a dar una cabezadita y descanso un rato.
NARRADORA. – Y así lo hizo, en el mismo granero se acomodó en un saco y al momento roncaba a todo trapo. Los cerditos que la vieron decidieron escapar, salir de la granja e irse a explorar.
CERDITO I. – Mirad la granjera se ha quedado dormida.
CERDITO II. – Anda; y se ha dejado la puerta abierta.
CERDITO III. - Pues tengo una idea. ¿Por qué no nos vamos a explorar?
CERDITOS I y II. - ¡Si, vamos a explorar!
NARRADORA. – Y así lo hicieron, aprovechando que la granjera se había quedado dormida con la puerta abierta salieron de la granja sin hacer ruido.
CARLOTA LA MOSCA. - Con vuestro permiso o sin él yo me largo con vosotros aunque vayamos en tren.
NARRADORA. – Y andando, andando al final se acabaron cansando.
CERDITO I. – Bueno esto es una aventura de verdad pero yo quiero descansar.
CERDITO II. – Si y además por si lo queréis saber a mí me han entrado ganas de comer.
CERDITO III. – Vamos a acercarnos a aquel bosque, allí comeremos y descansaremos.
CARLOTA LA MOSCA. - ¡Vaya quejicas! No habéis dado ni dos pasos y ya estáis cansados.
CERDITO I. - ¡Claro como tú has venido subida sobre nosotros por eso no necesitas reposo!
NARRADORA. - Así lo hicieron, felices y contentos llegaron al bosque donde encontraron alimentos y se sentaron en la hierba a descansar un momento.
CERDITO I. – Qué bien se está aquí, voy a aprovechar para descansar y dormir.
CERDITO II. – Pues yo me siento a la sombra del sauce llorón y me como un bocadillo de jamón.
CERDITO III. – Pues yo me voy a explorar por aquí y me pienso divertir.
NARRADOR. – Pero lo que ellos no sabían era que sus planes no saldrían. Al momento un lobo que los había olido comenzó a dar aullidos.
LOBO. - ¡Auh, ahuuu, ahuuuu!
CERDITO I. - ¡Qué espanto! ¿Estaré soñando? He escuchado a un lobo aullando.
CERDITO II. – Pues yo también sin estar dormido he escuchado a un lobo dar aullidos.
CERDITO III. – Es verdad y presiento que ese lobo está hambriento.
NARRADORA. – Los cerditos se asustaron, no sabían donde meterse y decidieron construir tres casitas para poder protegerse.
CARLOTA LA MOSCA. – Pues yo lo tengo claro, vuelo y me subo a un árbol.
CERDITO I. – Me voy a hacer una casa de paja que me sale más barata.
CERDITO II. – Yo me la haré de ramitas que tengo mucha prisita.
CERDITO III. – Pues yo la haré de piedras y cemento y así no se la llevará el viento.
NARRADORA. – Y dicho y hecho los tres cerditos se metieron bajo techo.
(Se ponen en el escenario las tres casitas y los cerditos se meten en ellas)
LOBO. - ¡Qué veo! Veo a tres cerditos muertos de miedo. Como tengo hambre y ya es hora de comer empezaré por este.
CERDITO I. – No me puedes comer porque estoy en mi casita de hojas y de pajitas.
LOBO. – Una casita de hojas y de pajitas, me muero de risa, solo tengo que soplar un momento para que se la lleve el viento.
NARRADORA. – Y el lobo dio un soplido y la casita se cayó sin hacer ruido.
(El lobo sopla y el mismo cerdito tira la casa)
LOBO. – Ahora prepárate porque te voy a comer, enano.
CERDITO I. – No me comerás porque me voy a la casa de mi hermano.
(El cerdito corre y se mete en la casa del segundo cerdito, el lobo se acerca a la otra casa)
CERDITO II. – Esta casa es más fuerte y no la podrás tirar lobo repelente.
LOBO. - Una casa de ramas, ¡Ja, ja, ja! la tiraré de una patada.
(El lobo le da una patada y tira la casa)
CERDITOS I Y II. - ¿Qué hacemos? El lobo nos come si no corremos.
(Corren los dos y se meten en la casa de piedra)
CERDITO III. – Entrad, venid conmigo, esta casa no la tira el lobo y tendrá que irse aburrido.
LOBO. – Con que os habéis metido aquí los tres, os meteré a todos en la sartén.
NARRADORA. – El lobo intentó tirar la casa pero como era de piedras ladrillos y hormigón lo único que consiguió fue un fuerte dolor.
(El lobo le da una patada a la casa y se hace daño en el pie)
LOBO. – Lo primero que voy a hacer es tirar la casa a patadas. (Le da una patada a la casa) ¡Ay, ay mi pie!
CERDITOS. – Puedes dar todas las patadas que quieras la casa no vas a tirar ni aunque te mueras.
LOBO. – Pues es verdad tirar esta casa me va a costar una barbaridad, pediré ayuda a mi amigo el guardia forestal.
CERDITO. – Eso llama al guardia forestal.
(Viene el guardia forestal)
G. FORESTAL. - ¿Qué pasa aquí?
LOBO. – Que me muero de hambre, estos cerditos no se dejan comer y se han encerrado en esta casa. Y yo me he puesto de mal humor.
G. FORESTAL. - ¿Es eso verdad? ¿Qué decís vosotros?
CERDITO III. – Si, y nosotros decimos que nos libres del lobo malo que nos quiere comer.
G. FORESTAL. – Un momento. El lobo pertenece a una especie protegida y es mi obligación ayudarle. Además vosotros habéis construido una casa ilegal sin permiso de obra en un parque natural.
CERDITO II. – Entonces ¿no nos vas a ayudar?
G. FORESTAL. – Ni mucho menos y ya estáis saliendo de la casa que os voy a poner una multa.
CERDITO I. – Si salimos nos comerá el lobo.
G. FORESTAL. – Pues que os coma. Estoy enfadado esto no es broma.
CERDITO II. – Esto se pone feo ¿Ahora qué hacemos?
CERDITO III. – Ya lo se, que nuestra amiga la mosca vaya volando a llamar a nuestra ama la granjera que nos estará buscando.
NARRADORA. – Y así lo hicieron, la mosca avisó a la granjera que vino corriendo a salvar a sus cerditos de aquel infierno.
(Entra la granjera muy enfadada)
GRANJERA. - Vamos a ver. ¿Quién es el que a mis cerditos se quiere comer?
(Se pone en “Jarras” delante del lobo)
LOBO. – No se, yo no era, soy buen elemento, iba al supermercado a comprar lechugas muy contento.
GRANJERA. - ¡A bueno! Y tú guardia ¿A quién vas a defender?
G. FORESTAL. – A los cerditos claro, yo también estoy contento.
GRANJERA. – Pues si está todo claro, y todo el mundo contento, me llevo a mis cerditos y aquí se acaba el cuento.
(Saludan todos y termina la obra)
EL MORO Y EL SOMBRERERO
Otra obra pensada para educar en valores (comprensión hacia los inmigrantes o marginados)
en tono de humor.
ESCENARIO.
Muy sencillo. Se trata de montar una
especie de tienda.
Se unen dos mesas normales para que
sirva de mostrador. Se forran con papel continuo y en el frontal se puede poner
un rótulo de “SOMBRERERÍA”. Se atan de los extremos de las mesas dos palos de
dos metros y se tira una cuerda del uno al otro por arriba para que sirva para
enmarcar la tienda y colgar los sombreros que hagamos con los niños, de cartulina, de diferentes colores y tamaños aprovechando la hora de plástica.
PERSONAJES:
PRESENTADOR I.
PRESENTADORA II.
SOMBRERERO. Niño alto y desenvuelto al
hablar. Se viste de persona adulta. Se le puede maquillar con bigote.
MORO. - Niño más bajo que el anterior y
también con aspecto más infantil. Se viste de niño mal vestido.
CAMPESINO. - Niño vestido de hombre de
pueblo.
SEÑORA I. Niña vestida de señora.
SEÑORA II. Niña vestida como la
anterior.
COCINERO. Niño disfrazado de cocinero
pero sin gorro.
NIÑA I. Niña sin disfrazar.
NIÑAII. Niña tal cual.
CAZADOR. Niño disfrazado de cazador.
PRESENTADOR I. – Buenos días los alumnos
de cuarto vamos a representar a continuación la obra de teatro titulada el “El
moro y el sombrerero”
PRESENTADORA II. – Esta obra es una
comedia en clave de humor que pretende al mismo tiempo que divertiros presentar
la situación a veces de incomprensión y rechazo que sufren algunos inmigrantes.
PRESENTADOR I. – Tenemos que pensar que
los inmigrantes son personas como nosotros y debemos respetarlos y no
despreciarlos porque sean pobres.
PRESENTADORA I. – Esperamos que os guste
y os pedimos que guardéis silencio.
ACTO I
(Se abre el telón con el decorado de la
sombrerería y el maestro sombrerero se presenta al lado. En el otro extremo un
niño mal vestido lo mira.)
NARRADOR. – La sombrerería “Alto postín”
era una tienda de sombreros muy prestigiosa. Allí se confeccionaban a medida
los sombreros más elegantes de toda la ciudad y por supuesto allí acudían a
comprar sombreros los caballeros más ricos y las señoritas más sofisticadas.
SOMBRERERO. – Buenos días señoras y
señores. Me presento. Soy Gumersindo Altanero, el maestro sombrerero. Me dedico
al ilustre oficio de hacer sombreros y venderlos. Ya mi padre Gumersindo de
Copa y mi abuelo Gumersindo a secas fueron ilustres sombrereros de esta ciudad.
(Se fija en el moro que se le ha
acercado y le dice)
-¿Y tu qué haces ahí con la boca
abierta?
MORO. – (Hablando deprisa) Yo llegar en
patera, casi mahogo, no comer en cuatro días
SOMBRERERO. - ¡Moro, lárgate, fuera de
aquí. A mí qué me cuentas, además no te entiendo.
MORO. – (Habla más despacio) Perdone
paisa. Yo llegar en patera, no comer hace tres días, no tener trabajo, no saber
que hacer. Yo dejar en Morroco mujer y cinco hijos, ser pobres, solo tener moscas. No saber qué hacer.
SOMBRERERO. - Pues te vuelves a tu casa.
Te sientas en una silla y te pones a espantarles las moscas a los niños. Anda,
anda.
MORO. – Mira paisa. Yo poder trabajar de
vendedor. Yo ser buen vendedor. Si tu darme trabajo, yo venderte muchos
sombreros.
SOMBRERERO. - ¿Qué dices? ¿Es que te
crees que estoy loco? ¿Quieres que pierda la clientela? Mi tienda es una tienda
de mucho prestigio. Anda y vete de aquí.
MORO. – Entonces ¿no contratarme de
vendedor?
SOMBRERERO. – Ni hablar, no te contrato
ni borracho. ¡Fuera, fuera!
MORO. - ¿Puedo ponerme qui en la calle y
vender gorras?
SOMBRERERO. – Ponte si quieres, pero no
me espantes a los clientes.
(El moro extiende una sábana y pone unas
gorras sobre ella)
NARRADOR. – Con el permiso del
sombrerero el moro de la patera extendió una sábana en la acera, allí mismo y
se puso a vender gorras y sombreros baratos.
MORO. - ¡Gorrias, gorrias! Yo vender
gorrias, barato paisa todo barato.
(Se acerca el campesino y se queda
mirando al moro)
CAMPESINO. - ¿No tienes más que esas
gorras?
MORO. – No paisa, yo venir en patera,
casi me ahogo, solo vender estas gorras para comer , yo llevar cuatro dias sin
comer paisa comprame una gorra.
CAMPESINO. – Es que yo quería comprar un
sombrero.
MORO. – Yo no tener sombreros pero aquí
en tienda si tener muchos sombreros.
CAMPESINO. - Pues voy a entrar.
(Hace como que entra a la tienda)
CAMPESINO. - Güena tarde. Me ha dicho
aquí, el picha este del moro, que uté vendía sombreros.
SOMBRERERO. - Si claro vendo los mejores
sombreros del mundo, puede usted verlos. ¿Cómo lo quería usted?
CAMPESINO. – Pos no sé..
SOMBRERERO. - ¿Le gusta este
que es elegante y de estilo cordobés?
CAMPESINO. - Pues no.
SOMBRERERO. - ¿Y este otro de estilo
japonés que me acaba de llegar de la Conchinchina?
CAMPESINO. - Ese. Tampoco.
SOMBRERERO. - Pues no le entiendo porque
le he enseñado los sombreros más elegantes del mercado. Dígame que tipo de sombrero le gusta a usted.
CAMPESINO. - Yo lo que quiero es un
sombrero roto y espachurrao es un decir alguno que tenga por ahí echao a
perder.
SOMBRERERO. - Pues ahora lo entiendo
menos. Sepa usted que yo solo vendo lo mejor, calidad y última moda. No me
ofenda usted. Aquí no tengo ningún sombrero viejo y espachurrado.
CAMPESINO. - Pues yo lo que quiero es un
sombrero feo y escuchumizao.
SOMBRERERO. - ¿Y para que quiere un
sombrero feo y escuchumizao si ya bastante feo es usted?
CAMPESINO. - Me vas a decir a mi feo si
yo no quiero el sombrero pa mi que lo quiero pa ponerlo de espantapájaros.
SOMBRERERO. - ¡Que vergüenza! Quiere
comprar uno de mis sombreros para que sirva de espantapájaros. Fuera de aquí yo
no le vendo ningún sombrero. (Lo echa a empujones)
(se va el campesino y se dirige al moro)
CAMPESINO. – Te compro el sombrero que
llevas puesto.
MORO. – ¿Este? Pero si es muy viejo y
casi se me ahoga en la patera.
CAMPESINO. - ¿Cuánto quieres por él?
MORO. – Dame tres euros paisa.
CAMPESINO. – Toma me parece bien, adiós.
(Sale el campesino y el moro entra en la
tienda y dice:)
MORO. – Paisa, señor, ya he vendido un
sombrero, el más viejo que tenía, no valía nada, un señor me dio tres euros.
SOMBRERERO. – Te lo ha comprado un cortijero
cazurro, si bueno, lo quería para un espantapájaros yo no se lo quise vender
porque mis sombreros son mucha categoría.
MORO. – Pero yo con tres euros puedo
comer dos días paisa.
SOMBRERERO. – Pues me alegro, anda sal
de mi tienda que me espantas los clientes.
NARRADORA. – Al poco rato entraron en la
tienda del sombrerero dos mujeres que tenían ganas de cotillear.
SEÑORA I. - ¡Buenos días señor gorrero o
cucuruchero!
SOMBRERERO. - ¡Buenos días! Pero yo no
soy gorrero ni cucuruchero soy sombrerero.
SEÑORA II. – ¡Perdone usted! Aunque para
el caso el lo mismo.
SOMBRERERO. - De eso nada que todavía quedamos las clases
superiores, gorrero y cucuruchero es el moro que está ahí en la acera yo soy
sombrerero ilustre y a mucha honra como lo fueron mi padre y mi abuelo
pero bueno… ¿Qué desean ustedes?
SEÑORA I. – ¡Huy cómo se pone ¡ ¡Se
habrá picado el señor!
SEÑORA II. - ¡Pues el que se pica ajos
come!
SOMBRERERO. - ¡No me tiren de la lengua,
no me tiren de la lengua!
SEÑORA I. – Bueno nosotras queríamos un
sombrerito de esos que vende usted.
SOMBRERERO. – Muy bien ¿cómo lo quieren?
SEÑORA II. – No sabemos. Enséñenos usted
algunos para que elijamos.
(El sombrerero empieza a enseñarles
varios sombreros)
SOMBRERERO. -
Tengo este que es muy elegante. (Lo dice enseñándole un sombrero, las
mujeres se ponen a hablar entre ellas y no le hacen caso)
SEÑORA I. – ¿Sabes lo que me contó mi
vecina Juanita?
SEÑORA II. – Tu vecina Juanita? Cuenta,
cuenta ¿Qué te contó?
SOMBRERERO. – Ejem, ejem señoras qué les
parece este modelo que me han mandado de París?
SEÑORA I. – No moleste por favor. Mi
vecina Juanita me contó que a la mujer del alcalde le ha salido un grano en la
nariz.
SEÑORA II. – No me digas. No es posible.
SEÑORA I. – Como lo oyes.
SEÑORA II. - ¿Y qué va a hacer el
alcalde con una mujer así?
SEÑORA I. – Creo que el alcalde se está
pensando divorciarse de ella porque no es lo peor que le haya salido el grano.
SEÑORA II. - ¡Que no es lo peor el
grano! ¿Qué es lo peor?
SOMBRERERO. – Miren señoras este otro
modelo que me han mandado de la Conchinchina.
SEÑORA II. – No nos moleste hombre de
Dios que mi amiga me está contando una cosa muy interesante. Cuéntame Carlota
que me has dejado con el alma en un puño qué es eso que es peor que un grano en
la nariz?
SEÑORA I. – Pues lo peor es que al grano
le han salido tres pelos largos y retorcidos que no hay quien los arranque.
SEÑORA II. - ¡Ave María Purísima! (Se
santigua) ¡Virgen del Amor Hermoso! ¡Un grano con tres pelos!
SOMBRERERO. - Señoras que no miran mis sombreros.
SEÑORA I. – Y la perra que ha cogido el
tío este con los sombreros. Pero ¡qué nos importan a nosotras sus sombreros!
SEÑORA II. – Déjalo, siga, siga buen
hombre sáquenos más sombreros que estos no nos gustan.
SEÑORA I. – Ahora Carlota
pregúntame ¿cómo es el grano de gordo?
SEÑORA II. – Te pregunto, te pregunto y
¿cómo es de gordo el grano?
SOMBRERERO. – Le recuerdo señoras que
han venido aquí a comprar sombreros.
SEÑORA I. - ¡Será pesado el tío que no
nos deja hablar tranquilas!
SOMBRERERO. – Pero bueno señoras han
venido a comprar sombreros o a cotillear?
SEÑORA I. – Hemos venido a lo que nos da
la gana y ahora solo por eso nos vamos y no le compramos a usted los sombreros.
SEÑORA II. – Eso le vamos a comprar una
gorra al moro que está aquí en la acera.
(Hacen como que salen de la tienda y se
dirigen hacia el moro)
MORO. – Halo, halo señoras.
SEÑORA I. - ¿Qué quieres tu moro,
quieres que te compremos una gorra de esas?
MORO. -
Yo querer saber cómo era el grano de la nariz de señora alcalde.
SEÑORA II. - ¡Anda mira el moro qué
curioso es! Venga vecina dinos cómo era el grano de gordo.
SEÑORA I. - ¿Qué cómo era de gordo el
grano? ¿Lo queréis saber?
SEÑORA II Y MORO. – Si. Si. Si.
SEÑORA I. – Pues era ni más ni menos que
como un melón.
MORO. - ¿Qué es un melón?
SEÑORAS I Y II. - ¡Je, je, je! ¡Je, je,
je! No sabe qué es un melón. ¿Qué simpático es el moro!
MORO. – Bueno señoras cómpreme una
gorra, vendo barato, barato yo venir en patera y estar tres días sin comer. En
Marrocos tenga cuatro niños ellos llenos de moscas.
SEÑORA I. – Pobrecito, qué pena, le voy
a comprar una gorra solo por eso.
SEÑORA II. – Deme a mi otra gorra ¿A
cuánto valen?
MORO. – Barato, barato a un euro, las
vendo a un euro.
SEÑORA I. – Bueno pues tenga usted un
euro por la gorra y otro de propina para sus hijos de Marruecos.
MORO. - ¡Gracias, gracias, señoras!
(Se van las señoras)
NARRADORA. – Al poco tiempo llegó a la
tienda del sombrerero un hombre que necesitaba un gorro de cocinero.
COCINERO. - ¡Moro! ¿Tienes gorros de
cocinero?
MORO. - ¡Como voy tener gorro
cocinero si yo llegar en patera, llevar tres días sin comer yo solo tener cuatro gorras de estas, yo
vendo barato!
COCINERO. – Yo no quiero gorras necesito
un gorro blanco de cocinero.
MORO. – Entonces tu entrar aquí en
tienda sombreros, aquí tener todo sombreros y gorros.
(El cocinero hace como que entra en la
tienda del sombrerero)
COCINERO. - ¡Buenos días!
SOMBRERERO. - ¡Buenos días! ¿Qué desea
usted?
COCINERO. – Necesito un gorro blanco de
cocinero porque voy a trabajar en un restaurante muy famoso y me han dicho que
tengo que llevar gorro para que no se me caigan pelos en la sopa.
SOMBRERERO. – Sepa que ha llegado a la
tienda adecuada aquí le puedo ofrecer todo tipo de sombreros y gorros de
profesionales.
COCINERO. – Yo solo quiero un gorro de
cocinero.
SOMBRERERO. – Muy bien ¿cómo quiere el
gorro estilo cocinero Arguiñano o más sencillo tipo de pinche cocina?
(Le enseña los dos tipos)
COCINERO. – Prefiero este de Arguiñano
que es más aparatoso. ¿Cuánto vale?
SOMBRERERO. – Este vale cincuenta euros
porque es de alto copete.
COCINERO. – Bueno yo solo lo quiero para
cocinar y que no se me caigan pelos en la sopa. Se me hace caro, además he
entrado aquí porque me lo ha recomendado el moro de la acera.
SOMBRERERO. – Bueno si es por eso se lo
dejo en la mitad. Deme usted veinticinco y estamos en paz.
COCINERO. - Tenga usted. (Le paga el
dinero y se va, entra en la tienda el moro)
MORO. - ¿Has vendido gorro de cocinero?
Yo mandé aquí hombre.
SOMBRERERO. – Si, ya me lo ha dicho,
gracias por el cliente.
NARRADORA. – Poco después llegaron a la
tienda dos niñas que pequeñas.
NIÑAS. - ¡Buenos días señor sombrerero!
SOMBRERERO. - ¡Buenos días niñas! ¿Qué
queréis?
NIÑA I. – Queremos unos sombreritos para
nuestras muñequitas.
NIÑA II. - ¿Tiene usted sombreritos de
muñequitas?
SOMBRERERO. – Si tengo algunos
sombreros, pero ¿vosotras tenéis dinero para pagarlos?
NIÑA I. – Si hemos sacado todo el dinero
de nuestra hucha y tenemos mucho.
SOMBRERERO. - Entonces os los voy a
enseñar. ¿Qué os parecen estos? ¿Os gustan?
NIÑA II. – Si nos gustan mucho.
SOMBRERERO. - ¡Mirad estos otros! ¿Os
gustan?
NIÑA I. – Si nos gustan mucho.
SOMBRERERO. – Mirad estos otros que son
muy bonitos. ¿Os gustan?
NIÑA II. – Si, también nos gustan mucho.
SOMBRERERO. – Entonces ¿Qué sombrero
vais a comprar.
NIÑAS. – Ninguno.
SOMBRERERO. - ¿Por qué no? ¿No habéis
dicho que os gustan todos mucho?
NIÑAS. – Si, a nosotras si nos gustan,
pero a ellas no. Nos vamos.
SOMBRERERO. – Pero bueno. Media hora de
tiempo perdida para nada. La culpa la tengo yo por hacerle caso a unas mocosas.
NARRADORA. – Cuando se fueron las niñas
entró en la tienda del sombrerero un cazador.
CAZADOR. – Buenos días me ha dicho el
moro de la acera que usted vende sombreros de todas las clases.
SOMBRERERO. – Si señor eso es verdad, mi
tienda le puede proporcionar cualquier sombrero que usted me pida. ¡Dígame!
¿Qué clase de sombrero desea?
CAZADOR. – Verá usted yo soy cazador y
quería un sombrero para cazar conejos.
SOMBRERERO. - ¡Muy bien precisamente me
han llegado unos sombreros para cazadores de Suiza ideales para lo que usted
quiere! Véalos. Aquí los tiene. (Se los
enseña) ¿Le gusta este?
CAZADOR. – Si me gusta pero ¿está usted
seguro de que con este sombrero se pueden cazar conejos?
SOMBRERERO. – Si señor puede usted cazar
conejos perdices y jabalíes si se ponen a tiro.
CAZADOR. – Eso ya no me lo creo, es
imposible matar un jabalí con este sombrero.
SOMBRERERO. - ¿Por qué no?
CAZADOR. – Porque si le tiras con él no
le haces ni cosquillas.
SOMBRERERO. – Pero bueno ¿es que quiere
cazar conejos y jabalíes a sombrerazos? ¿Está usted loco? ¡Fuera de aquí, está
usted mal de la cabeza!
(Sale el cazador de la tienda y habla
con el moro)
MORO. - ¿Ya has comprado el sombrero de
cazador?
CAZADOR. – No tiene un buen sombrero que
sirva para cazar.
MORO. – Si tiene, es la mejor tienda del mundo. Vamos a entrar
los dos ya verá usted como se lo vende.
(Entran a la tienda los dos)
CAZADOR. – Vengo otra vez porque me ha
dicho el moro que sí tiene usted buenos sombreros para cazar conejos.
SOMBRERERO. – Pues no se. Oye moro ¿qué
sombrero tengo yo que sirva para matar conejos?
(El moro se pone detrás del cazador y le
hace señas)
MORO. – Un casco de moto.
SOMBRERERO. – Es verdad, no había
caído, tengo un sombrero con el que
puede usted cazar conejos, se lo voy a enseñar.
(Le enseña un casco de moto)
- ¿Qué le parece este?
CAZADOR. – Este si que es un buen
sombrero para cazar conejos si señor me lo quedo. ¿Cuánto vale?
SOMBRERERO. - Pues por ser para usted se lo dejo en doscientos
euros.
CAZADOR. - Es un poco caro pero me lo
voy a quedar porque creo que si podré matar con él muchos conejos.
NARRADOR. - Cuando se fue el cazador el
sombrerero se dio cuenta de que el moro no solo no le quitaba clientes sino que
le ayudaba a vender sombreros entonces decidió hacerse amigo de él y
contratarlo para que le trajera más clientes.
SOMBRERERO. - Moro, lo he pensado bien y
me he dado cuenta que no me espantas los clientes y que me ayudas a vender más.
¿Quieres trabajar en mi tienda?
MORO. - Si jefe, yo querer trabajar en
tu tienda, verás como ganarás más dinero.
SOMBRERERO. - Pues trato hecho ya somos
socios.
NARRADOR. – Y así fue como el sombrerero
contrató al moro y a partir de aquel día se hicieron socios y buenos amigos.
FIN