POESÍAS Y ROMANCES TRADICIONALES
ROMANCE DE ABENAMAR
(No me diréis que la foto, como modelo para preparar el escenario, está mal, es preciosa y le va de cine para la escenificación del romance de Abenámar que viene a continuación)
Uno de los romances más bonitos que nos deparó la literatura de la Edad Media es este de Abenámar.
Todos los maestros y maestras de mi edad, seguro que como yo, lo aprendisteis de memoria y hoy, al recordarlo, os puede resultar casi entrañable. Es, por su extensión y composición, muy fácil de escenificar porque intervienen pocos personajes. Lo traigo aquí con la intención de que lo representeis en vuestro colegio al igual que yo lo he representado con mis alumnos de segundo ciclo. Disfrutadlo, no tiene desperdicio.
ESCENARIO
Se puede decorar el escenario con un gran mural en el que aparezcan edificios de la Granada musulmana; La alhambra, El Generalife, Torres Bermejas, Los Alixares.
PERSONAJES
NARRADOR. Niño vestido normalmente.
REY D. JUAN. Niño disfrazado de rey.
ABENÁMAR. Niño disfrazado de moro.
GRANADA. Niña disfrazada de mujer de la Edad Media.
Comienza la actuación con todos los personajes dispuestos en el escenario. El rey Don Juan sentado en una especie de trono, Abenámar arrodillado a sus pies en sentido lateral, sin dar la espalda al público. Granada en un extremo, en lo alto, al lado del mural, bajo la Alhambra.
REALIZACIÓN
NARRADOR-A
Hace muchos muchos años, por el año 1.400 una parte de España estaba todavía ocupada por los musulmanes. Los reyes cristianos deseaban terminar de expulsar a los moros de la península . Ya solo les faltaba por conquistar el reino de Granada
REY DON JUAN (Dirigiéndose a Abenámar)
¡Abenámar, Abenámar
moro de la morería,
el día que tu naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la Luna estaba crecida;
moro que en tal signo
nace no debe decir mentira.
NARRADOR-A
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
ABENÁMAR (Mirando al rey D. Juan)
Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva.
Siendo yo niño y muchacho,
mi madre me lo decía;
que mentira no dijese,
que era grande villanía;
por tanto pregunta, rey
que la verdad te diría.
REY DON JUAN (Mirando a Abenámar)
Yo te agradezco, Abenámar
aquesta tu cortesía.
¿Qué castillos son aquellos?
¡Altos son y relucían!
ABENÁMAR (Señalando a los edificios del mural)
El Alhambra era señor,
y la otra la Mezquita
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas ganaba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
Desque los tuvo labrados
el rey le quitó la vida
porque no labre otros tales
al rey del Andalucía
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía.
NARRADOR-A
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía;
REY DON JUAN (Mirando a Granada)
Si tú quisieras, Granada,
contigo me casaría;
darete en arras y dote
a Córdoba y a Sevilla.
GRANADA (Mirando al rey D. Juan)
Casada, soy, rey don Juan,
casada soy que no viuda.
El moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería.
NARRADORA
Hablara allí el rey don Juan,
Estas palabras decía:
REY DON JUAN (Dirigiéndose a sus soldados)
-Echenme acá mis lombardas
doña Sancha y doña Elvira;
tiraremos a lo alto,
lo bajo ello se daría.
NARRADORA (Al público)
El combate era tan fuerte
que grande temor ponía.
FIN
FONTEFRIDA
PERSONAJES
NARRADOR. Niño que recite. Bien o menos bien, nosotros le enseñamos.
NARRADORA. Niña que recite. Bien si no le ayudamos.
RUISEÑOR. - Niño que hará de ruiseñor.
TORTOLICA. Niña, para hacer de tortolica.
NARRADOR
Fontefrida, fontefrida,
fontefrida y con amor,
do todas las avecicas
van tomar consolación,
sinó es la tortolica
que está viuda y con dolor.
NARRADORA
Por allí fuera a pasar
el traidor del ruiseñor
las palabras que le dice
llenas están de traición:
RUISEÑOR
-Si tu quisieses, señora,
yo sería tu servidor.
NARRADOR
Escuchó la tortolica,
luego ella respondió:
TORTOLICA
- Vete de ahí, enemigo,
malo falso, engañador,
que ni poso en ramo verde
ni en prado que tenga flor;
que si el agua halló clara,
turbia la bebía yo;
que no quiero haber marido,
porque hijos no haya, no;
no quiero placer con ellos,
ni menos consolación.
¡Déjame, triste enemigo,
malo, falso, mal traidor
que no quiero ser tu amiga
ni casar contigo, no!
FIN