LOS TRES DESEOS

LOS TRES DESEOS

DECORACIÓN DEL ESCENARIO.

Se puede presentar con un fondo de una casa vieja y fea dibujada sobre papel continuo. En el escenario se coloca una mesa, y dos sillas. Sobre la mesa se ven dos platos vacíos.

Hace falta hacer una morcilla. Puede hacerse con un globo de forma alargada y de color oscuro o de papel negro.

Personajes:

NARRADOR-A. - Niño-a vestidos normálmente que sepan leer bien.

MARIDO. - Niño disfrazado de hombre adulto trabajador o campesino vestido pobremente.

ESPOSA. - Niña disfrazada como la esposa de un trabajador pobre.

GENIO. - Niño o niña vestidos estrafalariamente o bien con un toque oriental como los que salen en las ilustraciones de los cuentos.

Dificultad mínima.

Edad aconsejada; del primer ciclo en adelante.

Duración aproximada de la obra; quince minutos.

ACTO I

NARRADOR-A. - En una casa vieja y fea vivían un hombre y su mujer. Eran muy pobres y casi no tenían qué comer. Aquel día cuando el marido llegó por la noche veréis lo que pasó.

MARIDO. - Esposa. ¿Qué tienes hoy para cenar?

ESPOSA. - Como somos tan pobres hoy no he encontrado en la despensa mas que dos habichuelas una para ti y otra para mi.

MARIDO. - Pues vamos progresando porque ayer solo comimos dos lentejas.

ESPOSA. - Si ten cuidado no te vayas a atragantar.

MARIDO. - No. La voy a partir en tres trocitos para saborearla mejor.

ESPOSA. - ¿Sabes lo que te digo?

MARIDO. - ¿Qué me dices?

ESPOSA. - Que encuentro la alubia un poco dura.

MARIDO. - Pues yo te digo que encuentro la alubia un poco sosa. Dame la sal.

ESPOSA. - No tenemos. Se nos acabó ayer.

MARIDO. - ¡Viva la Pepa! Pues entonces dame la pimienta, le pondré un poco.

ESPOSA. - Toma échale una poquita.

NARRADOR-A. - Sucedió que al ir a echar la pimienta salio del bote de la pimienta un genio.

GENIO. - Cataplín, cataplán soy el genio de la sal.

ESPOSA. - ¡Que susto nos has dado! Por poco se nos corta la digestión. Y si eres el genio de la sal ¿Qué haces metido en el bote de la pimienta?

GENIO. - Es que me metió allí un hechicero muy malo. Llevo ahí muchos años porque como a vosotros no os gusta la pimienta.

MARIDO. - Es que pica mucho. Hoy como no teníamos sal por eso hemos abierto el bote de la pimienta.

GENIO. - Yo quiero deciros que puesto que me habéis sacado del bote de la pimienta en donde me había encerrado un hechicero malo ahora como premio os voy a conceder tres deseos. Un deseo para cada uno de vosotros y el tercero lo pedís de acuerdo entre los dos.

ESPOSA. - ¡Ya lo tengo! Pues a mi lo que más me gustaría es tener una morcilla para cenar.

GENIO. - ¡Cataplín, cataplán! Deseo concedido. Aquí tienes tu morcilla.

MARIDO. - ¡Mira que eres tonta! Has desperdiciado tu primer deseo pidiendo una simple morcilla. Con la de cosas buenas que pdías haber elegido. Te mereces que se te quede pegada la morcilla en la nariz. Si eso es lo que desearía.

GENIO. - ¡Cataplín, cataplán! Deseo concedido. Morcilla pegada en la nariz. (El genio le coloca la morcilla en la nariz)

ESPOSA. - ¡Socorro, socorro! (Hace como que quiere quitarse la morcilla de la nariz y no puede) Quitarme esto de aquí.

MARIDO . - Espera que te la corto con un cuchillo. (Hace como si se la cortara con el cuchillo)

ESPOSA. - Para para que me duele mucho la morcilla. ¡Ay que dolor tan grande! Es como si me cortaras un dedo.

MARIDO. - Vamos a probar tirando fuerte. (Hace como que tira muy fuerte pero tampoco puede)

ESPOSA. - ¡Ay! No tires que me descoyuntas todos los huesos.

GENIO. - Es imposible que lo intentéis. La única forma que hay de que se te quite la morcilla de la nariz es usar vuestro tercer deseo. Y para que os conceda ese deseo debéis poneros de acuerdo los dos. Ya lo sabéis.

ESPOSA. - Yo lo único que quiero es que se me quite la morcilla de la nariz.

MARIDO. - Mira mujer no podemos desperdiciar el último deseo. Piénsalo bien es la oportunidad de hacernos ricos.

ESPOSA. - Y ¿qué hago yo con la morcilla siempre pegada en la nariz? ¿Te parece bonito que yo vaya así por la calle y toda la gente se ría de mí?

MARIDO. - Te pones un calcetín o una fundita y así no se te ve tanto y no se te enfría.

ESPOSA. - Que no quiero tener la morcilla pegada aquí siempre.

MARIDO. - Mira y si...

ESPOSA. - No.

MARIDO. - Mujer pero si...

ESPOSA. - Te he dicho que no.

MARIDO. - Pero verás...

ESPOSA. - No, no y no.

MARIDO. - Bueno pues acepto que se te quite la morcilla de la nariz.

GENIO. - Cataplín, cataplán. Deseo concedido la morcilla despegada está. (Le quita la morcilla y la pone sobre el plato)

Ahí la tenéis ya os la podéis comer.

ESPOSA. - Pues ahora no la quiero, después de este disgusto ya no quiero comer nunca morcilla.

MARIDO. - Sí será mejor que sigamos comiendo nuestra habichuela. Nos está bien empleado hemos desaprovechado la mejor oportunidad que hemos tenido para salir de la pobreza.

GENIO. - Espero que hayáis aprendido la lección

FIN